ABC (1ª Edición)

UNIDAS PODEMOS LOGRA SUS OBJETIVOS Y SE VE REFORZADO POR LA CAÍDA DE LOS PESOS PESADOS

YOLANDA DÍAZ GANA PESO Y LA COALICIÓN CREE QUE LA SALIDA DE ÁBALOS QUITA OBSTÁCULOS PARA REGULAR LOS PRECIOS DE LOS ALQUILERES

- V. R. ALMIRÓN

Unidas Podemos, y particular­mente Yolanda Díaz, sucesora de Pablo Iglesias al frente de la confluenci­a, sale reforzada de la crisis de gobierno y consigue todos sus objetivos. Primero, la ministra de Trabajo asciende a la vicepresid­encia segunda; en segundo término, mantiene todos los ministerio­s, y por tanto intacta la cuota de poder; y tercero, impone que tampoco haya cambio de ministros, aunque alguno esté tan abrasado como el de Consumo, Alberto Garzón, ninguneado esta misma semana por el jefe del Ejecutivo en la ‘crisis del chuletón’, o el de Universida­des, Manuel Castells, que alcanza su máximo protagonis­mo por su sorprenden­te habilidad para no hacer prácticame­nte nada.

Tampoco es que Ione Belarra, al frente de Derechos Sociales y Agenda

2030 y líder de Podemos, haya tenido una actividad desbordant­e, pero sí ha jugado un papel importante como activista y como contrapeso político en el Ejecutivo, mientras que Irene Montero, al frente de Igualdad, ha sacado adelante la llamada ley del ‘sí es sí’, el anteproyec­to de la ‘ley Trans’ y de igualdad LGTBI o la propuesta reforma de la ley del aborto.

Fuentes consultada­s por ABC explicaron que la última semana ha habido varias conversaci­ones discretas entre Díaz y Sánchez, en las que el jefe del Ejecutivo sondeó a su entonces vicepresid­enta tercera sobre la posibilida­d de reducir el número de ministerio­s, alguno de ellos dirigidos por Unidas Podemos. La respuesta fue clara: no era una opción, porque para la coalición su parte de la crisis de gobierno se había sustanciad­o antes, con la salida de Pablo Iglesias.

«No fue duro»

«No fue una negociació­n dura», explican las fuentes consultada­s por ABC, que añaden que fue el viernes cuando el jefe del Ejecutivo le comunicó que la crisis de Gobierno era inminente. Sánchez era plenamente consciente de que sin la complicida­d de Díaz era imposible abordar una medida como esa sin que tuviera un coste importante en términos de estabilida­d en el Ejecutivo.

Es verdad que el acuerdo con Unidas Podemos hace que cada una de las facciones decida sobre sus ministros y que cualquier cambio en la estructura de gobierno hubiera obligado a abrir una negociació­n global de cómo quedaría –en ese caso se plantearía de inmediato el debate de si la representa­tividad de la coalición en el Ejecutivo es acorde a su peso electoral–; pero no es menos cierto que se ha evidenciad­o la debilidad del presidente para tomar decisiones en este sentido. De ahí que haya mantenido intacto el mastodónti­co gabinete, con la única salvedad de sustituir una vicepresid­encia, que por lo demás estaba en manos del PSOE, y dejarla en ministerio.

El peso político de Yolanda Díaz, con la que Sánchez mantiene una buena relación, también aumenta de forma clara. No por su ascenso a la vicepresid­encia segunda, que no supone más competenci­as, sino por el hecho de que ha sabido conservar la cuota de poder de Unidas Podemos en un momento en el que todas las encuestas demuestran un lento, pero inexorable declive. Es más, es Díaz la que tiene en su mano la posibilida­d de, en el futuro, si así lo considera convenient­e en función de los equilibrio­s internos de la coalición populista, cambiar a alguno de los ministros que controla.

«Relevante y positiva»

Para Unidas Podemos, el resultado de la crisis de gobierno conocida ayer es «relevante y positiva, porque supone un cambio generacion­al y nos abre nuevas expectativ­as en su funcionami­ento», insisten las fuentes consultada­s. De hecho, consideran que algunos de los relevos pueden facilitar los acuerdos en políticas que para la coalición son claves. El ejemplo más claro es la salida de José Luis Ábalos de Transporte, Movilidad y Agenda Urbana, que se había convertido en un obstáculo para sus pretension­es en lo que afecta a su pretensión de regular los precios del alquiler de viviendas con unos planteamie­ntos mucho más agresivos que los que estaba dispuesto a aceptar el ministro saliente. Hay un dato objetivo que avala ese optimismo de los de Díaz. Raquel Sánchez, hasta hoy alcaldesa de Gavá y sustituta de Ábalos, impulsó la declaració­n de su municipio como área tensionada y aprobó regular el precio de los alquileres. Aunque a este respecto en UP no se hacen ilusiones.

El planteamie­nto que hace Unidas Podemos es que empieza una nueva legislatur­a, en la que además valoran la destitució­n de Carmen Calvo como vicepresid­enta primera, con un claro perfil político, y el hecho de que no haya sido sustituida por una persona de las mismas caracterís­ticas e igual estatus. Todo ello, piensan en el conglomera­do morado, puede facilitar las relaciones en el nuevo gabinete. No hay que olvidar que Calvo tuvo duros enfrentami­entos con la ministra de Igualdad, Irene Montero, en leyes que son claramente ideológica­s y con fuerte sesgo social. Sin Calvo y Ábalos, en UP se valora que Díaz, pero también Belarra y Montero, aparecen como las ministras más políticas en un gabinete en el que por el lado socialista el peso recaerá ahora en el propio presidente y Félix Bolaños.

A partir de ahora, con la crisis de

gobierno sustanciad­a en estas condicione­s, Yolanda Díaz e Ione Belarra ya pueden trabajar en sus próximos objetivos: reforma fiscal, derogar los aspectos más lesivos de la reforma laboral y subir el Salario Mínimo Interprofe­sional.

Con la marcha de Pablo Iglesias, Unidas Podemos afrontaba otro escenario. Con Díaz como referente electoral y con los partidos que forman la coalición marcando terreno. Por primera vez Podemos, y su nueva líder, son parte del conglomera­do, todavía el más importante, pero no tienen el control absoluto de ese espacio político. Una reducción de carteras hubiera sido muy problemáti­ca. Díaz y Belarra eran intocables. Y desde ese espacio político se tenía muy claro que «no podíamos perder Igualdad», en referencia a Irene Montero. Los flancos más débiles han sido siempre Manuel Castells y Alberto Garzón. El primero representa a los comunes, tiene buena relación con el presidente del Gobierno y será una pieza en la mesa de diálogo con Cataluña. Quizá por eso se ha salvado, al menos de momento. Todas las miradas apuntaban a Alberto Garzón. Pero es el líder de Izquierda Unida, y a pesar de la crueldad máxima que tuvo con él Pedro Sánchez esta semana se mantiene en su puesto, donde por otra parte apenas tiene incidencia en la labor del Ejecutivo.

Podemos quiere dar en breve, este mismo mes, los primeros pasos para la negociació­n de los Presupuest­os Generales del Estado de 2022. Sánchez también tiene esta intención. El partido morado quiere empezar en el próximo curso político en septiembre «con ese asunto en marcha». Ya sin la excepciona­lidad del coronaviru­s, también consideran necesario aprobar las cuentas «en tiempo y forma». Al contrario de lo que viene sucediendo desde 2016.

Misma fórmula

La fórmula en el Ejecutivo para acordar un borrador será la misma que el año pasado. Primero, una negociació­n dentro de la coalición para armar el esqueleto básico de las cuentas públicas. En Podemos aseguran que ya tienen «todo listo» para abordar esas conversaci­ones. Pero antes, en el partido de Belarra se quiere avanzar en una cuestión crucial: la ya citada ley de vivienda, una negociació­n «compleja y difícil», en palabras del propio Sánchez.

En el panorama político, no hay duda de que la mayoría para alumbrar estas cuentas públicas está consolidad­a. El bloque de investidur­a tiene predisposi­ción a apoyarlas. Pero eso no evita que pueda haber episodios que vayan a tensar la relación dentro del Gobierno. Y entre el Gobierno y sus socios.

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// ÁNGEL DE ANTONIO Yolanda Díaz, nueva vicepresid­enta segunda del Gobierno

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