Colombia, fábrica mundial de mercenarios
El asesinato del presidente de Haití, en el que estarían involucrados exmilitares colombianos, ha puesto el foco sobre su contratación por empresas de seguridad privadas
Colombia es de película. Aún más, es de serie de Netflix, con capítulos de suspenso y temporadas que no parecen tener fin. Y no es simplemente un recurso para decir que las cosas que suceden en el país, que van de lo maravilloso a lo terrible, parecen inverosímiles. Aquí, la realidad supera a la ficción.
Nadie habría podido imaginar una historia tan truculenta como esta, donde 24 mercenarios colombianos habrían participado en el asesinato del presidente de Haití, Jovenel Moïse, el pasado 7 de julio. Hoy, con 15 detenidos, ocho prófugos y tres dados de baja, las versiones se contradicen: la mayoritaria, que estos soldados profesionales, con dos años de retiro del Ejército, fueron contratados por cuatro diferentes empresas de seguridad, con sueldos en dólares que compran su experiencia y entrenamiento para proteger oleoductos o infraestructuras muy lejos de Colombia.
Estamos hablando de hombres que, en su mayoría, han hecho una carrera como soldados profesionales, con 20 años de entrenamiento para responder a los desafíos que, como ningún otro país, Colombia conjuga en un solo lugar: guerrilla, terrorismo y narcotráfico, y que saben sobrevivir en selvas húmedas, páramos o desiertos, además de estar formados como cuerpo élite nacional para hacer rescates cinematográficos, como el de Ingrid Betancourt.
Alto desempeño a bajo costo
Hasta el inicio de este siglo y a pesar de décadas de conflicto, Colombia no tenía soldados profesionales entre sus filas, es decir, personas que, tras el servicio regular, continuaran una carrera profesional estructurada dentro de las Fuerzas Armadas. En este paso fue crucial la ayuda de Estados Unidos a través del Plan Colombia, que tenía como propósito combatir el narcotráfico con un fortalecimiento en dotación, inteligencia y entrenamiento de las Fuerzas Armadas, pero que fue derivando en tropas entrenadas para combatir también a las guerrillas, siempre con la esperanza de dar pronto fin a la guerra interna.
Pero no ha sido así y quienes cumplen sus años de servicio o son dados de baja por la institucionalidad –unos 10.000 al año– se encuentran muy cualificados y sin mayores opciones, a no ser como panaderos o albañiles, escoltas o integrantes de ejércitos ilegales que desangran a Colombia.
En 2004 empiezan a salir los primeros en calidad de contratistas de seguridad a Emiratos Árabes. De allí pasan a Irak, Afganistán, Yemen; algunos aceptan ser mercenarios y realizar el trabajo que las fuerzas regulares no afrontan. Entonces figuran firmas internacionales como Soldado Global, IG Solutions, ID Systems, Blackwater y XE Services, conocedoras del valor de esta mano de obra barata, muy fogueada y con frecuencia dispuesta a todo por unos dólares más.
Oriente Próximo
Lo confirma a ABC un oficial de inteligencia, experto en planeación y retirado de las Fuerzas Armadas: «Al soldado que entraba como regular se le reintegraba a la ciudadanía con derecho a pensión siendo hombres de 40 años, con productividad plena, estrés postraumático, hernias y otras enfermedades del soldado. No son personas de oficina y el Estado no ha cumplido su rol de reincorporación a la vida civil. Así, caen en algo parecido a la trata de blancas. Británicos y estadounidenses, principalmente, los reclutan para compañías de seguridad que operan legalmente en Oriente Próximo y los países árabes; otros van a Centroamérica y Perú; los pilotos de helicópteros los llevan a EE.UU. como instructores, ante la inoperancia ya de los de Vietnam. A los que tienen rangos más altos, como algunos de los de Haití, los contratan para planear y prestar seguridad en zonas especiales, entrenados para tomar decisiones bajo presión, algunos de ellos inclusive miembros de fuerzas especiales».
Y, según recientes líneas de investigación, a eso mismo habría viajado a Colombia, a finales de mayo, Dimitri Hérard, jefe de seguridad del presidente Moïse, sobre quien recaen sospechas ante la falta de respuesta del equipo de seguridad del mandatario frente a un ataque de comandos extranjeros. ¿Fue una celada o participaron? Eso lo sabremos en el próximo capítulo.
Quienes cumplen sus años de servicio o son dados de baja –unos 10.000 al año– se encuentran muy cualificados y sin mayores opciones en Colombia que ser albañiles o panaderos