ABC (1ª Edición)

El G-20 respalda el anunciado impuesto del 15% a las multinacio­nales

► Irlanda, Hungría y seis países más no se suman de momento al acuerdo global e histórico

- ÁNGEL GÓMEZ FUENTES

La 20 economías más importante­s del planeta acordaron ayer en Venecia el denominado ‘impuesto mínimo global’, una tasa del 15% que afectará a gran parte de las multinacio­nales, aquellas con una facturació­n anual de al menos 750 millones, a partir de 2023.

Hay coincidenc­ia en señalar que se trata de un acuerdo histórico de los ministros de Economía y los banqueros centrales del G-20, reunidos el viernes y el sábado en el Arsenal de Venecia bajo la presidenci­a de Italia, al dar vía libre a la iniciativa acordada por el G-7 el mes pasado y respaldada por 130 países (representa­n el 90% del Producto Interior Bruto mundial) en las conversaci­ones organizada­s por la OCDE en París a principios de este mes.

España ha respaldado en el seno del G-20 «el histórico acuerdo alcanzado en el marco de la OCDE para avanzar hacia un sistema fiscal más justo y sostenible, en una reunión marcada por la recuperaci­ón económica y los trabajos para reforzar la cooperació­n económica multilater­al ante los nuevos retos globales», según el Ministerio de Asuntos Económicos.

Acuerdo «sin precedente­s»

Su titular y nueva vicepresid­enta primera del Gobierno, Nadia Calviño, ha puesto en valor el acuerdo alcanzado «tras años de negociacio­nes y un trabajo muy activo» por parte de España en el marco multilater­al para alcanzar un pacto. «Este es un acuerdo sin precedente­s para tratar de establecer un sistema más justo y sólido a nivel global, adaptado al siglo XXI. Es un acuerdo histórico, pero no es el final del camino, es el principio de un proceso en el que debemos seguir trabajando a nivel global y europeo», afirmó.

Desde el ministerio explican que este acuerdo establece nuevas reglas para reasignar los beneficios de las empresas multinacio­nales de mayor tamaño a los países en los que operan, aunque no tengan presencia física, así como el establecim­iento de un tipo mínimo global del impuesto sobre sociedades.

En el comunicado final del G-20, cuyos países representa­n el 85% del producto Interior Bruto (PIB) del planeta, se insta, lo que suena casi como un ultimátum, a que todas las naciones, en la OCDE o en la Unión Europea, se adapten a las medidas aprobadas por los 20 grandes del planeta. Es una advertenci­a clara a los ocho países que se oponen a las nuevas reglas: tres son europeos –Irlanda, Hungría y Estonia–, además de Barbados, San Vicente y las Granadinas, Sri Lanka, Nigeria y Kenia. Algunos países, como Las Bahamas y Suiza, con fama de impuestos bajos y centros de inversión, han suscrito también el acuerdo.

El comisario europeo de Economía, Paolo Gentiloni, dijo ayer en Venecia que «estoy orgulloso de participar en una jornada histórica con el acuerdo para una reforma del fisco global». En la misma línea se expresó el ministro francés Bruno Le Maire. «Es una revolución fiscal», el objetivo clave de la reforma es impedir que las multinacio­nales se establezca­n en paraísos fiscales.

De todas formas, faltan por concretar algunos flecos y resolver algunos problemas técnicos del acuerdo. Pero se espera terminar de atar esos cabos sueltos en la cumbre de los líderes del G-20 que tendrá lugar en Roma en octubre próximo.

En algunos países hay obstáculos o reticencia­s. Por ejemplo, en Estados Unidos es probable que el presidente Joe Biden, gran impulsor de esta iniciativa, necesite la aprobación del Congreso para al menos algunos puntos del acuerdo. Kevin Brady, destacado republican­o en la Cámara de Representa­ntes, ha descrito el acuerdo como «una rendición económica peligrosa que envía empleos estadounid­enses al extranjero».

Otro país que se resiste es Irlanda, donde se aplica un impuesto de sociedades del 12,5%. También Hungría podría poner obstáculos en la negociació­n con Bruselas, donde se requiere la unanimidad, ya que el primer ministro, Viktor Orbán, bajó los impuestos del 19 al 9% para atraer inversione­s internacio­nales.

Ante las reservas de algunos países, el ministro francés Bruno Le Maire dijo estar seguro de que naciones «dudosas» como Irlanda y Hungría se convencerá­n antes de octubre. Por su parte, el ministro alemán Olaf Scholz ha advertido de que «los países que son contrarios tendrán que adaptarse al nuevo acuerdo».

La ‘tax web’

En cualquier caso, se espera que el nuevo impuesto global se ponga en práctica en 2023. Cuando entre en vigor, tendría que desaparece­r, según solicita Estados Unidos, la ‘tax web’, es decir, los impuestos digitales que desde hace poco establecie­ron algunos países como España, Francia e Italia a las grandes multinacio­nales Facebook, Apple, Google, Amazon y Apple, entre otras. Bruselas tenía previsto imponer un impuesto a los colosos digitales, cuya legitimida­d rechaza Estados Unidos. A este respecto, el comisario europeo Gentiloni ha precisado que «estamos trabajando para definirlo y sin duda será coherente con los acuerdos internacio­nales, no será discrimina­torio y se evitará la doble imposición».

Según la OCDE, el ‘impuesto mínimo global’ podría generar ingresos añadidos a los países por valor de unos 150.000 millones de euros, que en buena parte hoy escapan al fisco.

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// ABC La secretaria del Tesoro de EE.UU., Janet Yellen, llega al Arsenal de Venecia

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