Un ojo puesto en 2023, pero limitado por el blindaje de los presidentes
Sánchez empieza a testar el banquillo de cara a la renovación del PSOE
No hace falta a estas alturas explicar que Pedro Sánchez no tiene inconveniente en utilizar el Consejo de Ministros como plataforma electoral para otorgar visibilidad a los candidatos del PSOE en las elecciones. En la reciente remodelación el presidente ha cuidado esos equilibrios territoriales y ha seleccionado a mujeres en gran medida jóvenes, pero ya con responsabilidad a sus espaldas. Pensar en ellas como eventuales reclamos electorales no es descabellado. Pero sí especulativo. Además, pese al poder absoluto que atesora Sánchez, no es tan sencillo.
La capacidad de la dirección federal de forzar cambios en las candidaturas a las presidencias autonómicas es limitada en el caso de los presidentes que se encuentran en el ejercicio de su cargo. No sucedía así en Andalucía. Susana Díaz perdió ese blindaje al abandonar el Palacio de San Telmo.
No es solo una cuestión política, ya que actuar contra un presidente en ejercicio es complejo de cara a la vida interna del partido. Son los propios estatutos los que establecen un blindaje especial. El reglamento que desarrolla los estatutos que emanaron del 39 Congreso protegía las aspiraciones de los alcaldes o presidentes autonómicos. Un escudo que desaparece con la pérdida del cargo institucional.
El artículo 225 de este reglamento deja claro que el procedimiento de elecciones primarias en los ámbitos superiores a municipios de 20.000 habitantes. Sin embargo, en el 226 se establecen una serie de excepciones que protegían al poder institucional. Este artículo establece que «en aquellos supuestos en los que las instituciones referidas en el artículo anterior estén gobernadas por el PSOE y quien ejerza la Presidencia o Alcaldía sea socialista y opte a la reelección» solo se procederá a la celebración de elecciones primarias si se cumpliesen unos supuestos que en el caso de las candidaturas a la presidencia de comunidades autónomas son «que lo acuerde el respectivo comité autonómico o así lo soliciten la mayoría de sus miembros o más del 40% de la militancia y la afiliación directa del ámbito territorial correspondiente». Por tanto, para mover a algunos de ellos tendría que suceder la condición previa de su retirada, muy plausible en el caso del aragonés Javier Lambán, o alguna oferta para desembarcar en nuevos destinos. Algo que, por ejemplo, ya rechazó en su momento el presidente de Extremadura, Guillermo Fernández Vara.
En cambio, en el caso de Ximo Puig y Emiliano García-Page el caso es bien distinto y un cambio solo podría hacerse por sus renuncias. Puig es una figura que ha recuperado posiciones
Los estatutos del PSOE ponen límites a las primarias para elegir candidato autonómico si ya está en el cargo
políticas y es el presidene autonómico de más peso alineado con el discurso político y económico del Gobierno central. Además, la pérdida de poder de José Luis Ábalos lo refuerza en el universo valenciano. Y el nombramiento de Diana Morant hace aumentar esa sensación.
En el entorno de Page no hay ningún temor a ese respecto y se reivindica a Isabel Rodríguez como una ministra afín al líder regional. Pese a que es una figura incómoda para Sánchez, Page es un presidente con mayoría absoluta. Distinto será en la Comunidad de Madrid y en las regiones donde el PSOE no gobierna. Cada territorio es diferente, pero Sánchez empieza a testar banquillo y a señalar figuras para el futuro.