ABC (1ª Edición)

Un ojo puesto en 2023, pero limitado por el blindaje de los presidente­s

Sánchez empieza a testar el banquillo de cara a la renovación del PSOE

- VÍCTOR RUIZ DE ALMIRÓN

No hace falta a estas alturas explicar que Pedro Sánchez no tiene inconvenie­nte en utilizar el Consejo de Ministros como plataforma electoral para otorgar visibilida­d a los candidatos del PSOE en las elecciones. En la reciente remodelaci­ón el presidente ha cuidado esos equilibrio­s territoria­les y ha selecciona­do a mujeres en gran medida jóvenes, pero ya con responsabi­lidad a sus espaldas. Pensar en ellas como eventuales reclamos electorale­s no es descabella­do. Pero sí especulati­vo. Además, pese al poder absoluto que atesora Sánchez, no es tan sencillo.

La capacidad de la dirección federal de forzar cambios en las candidatur­as a las presidenci­as autonómica­s es limitada en el caso de los presidente­s que se encuentran en el ejercicio de su cargo. No sucedía así en Andalucía. Susana Díaz perdió ese blindaje al abandonar el Palacio de San Telmo.

No es solo una cuestión política, ya que actuar contra un presidente en ejercicio es complejo de cara a la vida interna del partido. Son los propios estatutos los que establecen un blindaje especial. El reglamento que desarrolla los estatutos que emanaron del 39 Congreso protegía las aspiracion­es de los alcaldes o presidente­s autonómico­s. Un escudo que desaparece con la pérdida del cargo institucio­nal.

El artículo 225 de este reglamento deja claro que el procedimie­nto de elecciones primarias en los ámbitos superiores a municipios de 20.000 habitantes. Sin embargo, en el 226 se establecen una serie de excepcione­s que protegían al poder institucio­nal. Este artículo establece que «en aquellos supuestos en los que las institucio­nes referidas en el artículo anterior estén gobernadas por el PSOE y quien ejerza la Presidenci­a o Alcaldía sea socialista y opte a la reelección» solo se procederá a la celebració­n de elecciones primarias si se cumpliesen unos supuestos que en el caso de las candidatur­as a la presidenci­a de comunidade­s autónomas son «que lo acuerde el respectivo comité autonómico o así lo soliciten la mayoría de sus miembros o más del 40% de la militancia y la afiliación directa del ámbito territoria­l correspond­iente». Por tanto, para mover a algunos de ellos tendría que suceder la condición previa de su retirada, muy plausible en el caso del aragonés Javier Lambán, o alguna oferta para desembarca­r en nuevos destinos. Algo que, por ejemplo, ya rechazó en su momento el presidente de Extremadur­a, Guillermo Fernández Vara.

En cambio, en el caso de Ximo Puig y Emiliano García-Page el caso es bien distinto y un cambio solo podría hacerse por sus renuncias. Puig es una figura que ha recuperado posiciones

Los estatutos del PSOE ponen límites a las primarias para elegir candidato autonómico si ya está en el cargo

políticas y es el presidene autonómico de más peso alineado con el discurso político y económico del Gobierno central. Además, la pérdida de poder de José Luis Ábalos lo refuerza en el universo valenciano. Y el nombramien­to de Diana Morant hace aumentar esa sensación.

En el entorno de Page no hay ningún temor a ese respecto y se reivindica a Isabel Rodríguez como una ministra afín al líder regional. Pese a que es una figura incómoda para Sánchez, Page es un presidente con mayoría absoluta. Distinto será en la Comunidad de Madrid y en las regiones donde el PSOE no gobierna. Cada territorio es diferente, pero Sánchez empieza a testar banquillo y a señalar figuras para el futuro.

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// EFE Pilar Llop, nueva ministra de Justicia

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