«Queremos demostrar la microinercia»
José Rodríguez Martínez Ingeniero industrial. Universidad Carlos III de Madrid Metales resistentes fabricados con impresoras 3D para aviones y vehículos espaciales
Los materiales metálicos fabricados mediante impresión 3D son de naturaleza porosa. Por ese motivo, hasta el momento se ha evitado utilizarlos en estructuras de protección frente a impactos, por ejemplo, en la producción de aviones, naves espaciales o trenes de alta velocidad. Sin embargo, José Rodríguez Martínez (39 años, Palencia) intenta demostrar que estos materiales son más resistentes de lo que se cree, precisamente debido a esos ‘agujeros’. Es lo que se llama la microinercia, postulada en los años 80 y que nunca ha sido probada.
Para lograr este objetivo, Rodríguez Martínez ha diseñado una metodología novedosa y multidisciplinar, que incluye experimentos de impacto a alta velocidad. «En nuestro laboratorio tenemos lanzadores neumáticos que son capaces de lanzar proyectiles hasta 500 metros por segundo, mucho más allá de la velocidad del sonido. Con ellos lanzaremos proyectiles contra metales fabricados con impresoras 3D, explica. Esta placas tendrán poros que serán capaces de caracterizar antes y después de impactarlas con tomografía de rayos X. «Así veremos cómo han roto. Hay muy pocos laboratorios en el mundo capaces de hacer estos experimentos», asegura.
Después, una simulación por ordenador de los experimentos rastreará el comportamiento de todos y cada uno de los poros. «Es un desafío científico», afirma.
El éxito de esta propuesta puede suponer una verdadera revolución en el diseño y fabricación de estructuras de protección para todo tipo de vehículos e infraestructuras civiles críticas ya que permitiría utilizar la impresión 3D para optimizar su resistencia, reduciendo su peso y de esta forma su coste de fabricación y mantenimiento. «La fabricación 3D es mucho más barata, no gastamos más material del que necesitamos e implica menos residuos. Además, se puede hacer ‘in situ’, sin gastos de transporte», recuerda el ingeniero.
Para el investigador, hacer ciencia en España «es muy complicado. La inversión, especialmente en ciencia fundamental, es muy escasa, y los mecanismos de reparto de la financiación no son lo meritocráticos que deberían ser».