Cien mil euros para curar a ‘Puppy’: la cursilada de Koons se quedó mustia
► El Guggenheim Bilbao lanza una campaña de micromecenazgo para restaurarlo: supera ya los 15.100 €
Podemos llorar o reír. A la vez tendríamos la tragicomedia. Y todo por culpa de un perro-maceta gigante, un despropósito de Jeff Koons. La cursilada terminó por quedarse mustia. En la inauguración, se hizo presente, allí mismo, la cobardía del terrorismo; en esta época de distancias pandémicas el miedo es diferente. Como dijera Oteiza, el Guggenheim es un museo forrado con papel de chocolate. El perritoflorido era el lugar ideal para el selfi familiar, luego todo podía ser mareo y desbarre.
Ante la ‘pertinaz sequía’ se puso en marcha una ‘recaudación’ de pasta. Mal momento. El personal no apoquinó lo esperado. Tienen solo para tres claveles y una rosa mustia. El ‘Puppy’ quedará de pena. Además no hay sociedad protectora de perros-ajardinados.
Menos mal que regresa a Bilbao el ‘cartelón’ del Guernica de Ibarrola (algo viejunamente monumental) que creará regocijo en Bilbao. Los turistas dejarán de alucinar con el ‘perrazo’ de Koons para reclinarse ante el ‘homenaje’ pospicassiano.
No se contenta quien no quiere. Era todo muy bonito, super-kitsch, un mundo de purpurina y ahora lo que queda es el secarral. Tanto esplendor, tanta deconstrucción y lo que tenemos en el mus son dos pitos. Solamente podemos envidar a la chica. Euro a euro se conseguirá, hacia diciembre, el presupuesto para forrar de musgo a la mascota.
Será la oportunidad para montar un belén y tocar la zambomba a discreción. En este pequeño desastre aparece una alegoría del delirio contemporáneo. Menos mal que ahora Miquel Iceta corta el ‘bacalao’ cultural. Con un bailecito seguro que el perro recupera el pelaje.