Arnau: «Este concurso es muy mental, se gana con la cabeza»
► El catalán domina una final vista por más de dos millones, el 21,9% de cuota
En ‘MasterChef’ el apellido se recupera si llegas al final. Arnau París, de 32 años, lo consiguió el martes frente a la también barcelonesa Meri Rodas (24), ante dos millones de personas (21,9%). El vencedor de la novena edición del concurso de Shine Iberia sigue sin «poder explicar» la grandeza del sueño cumplido. «Es mágico».
—Un gran paso para un vendedor de grifos.
—Es muy grande. Muchos dicen: me gustaría hacer esto, pero siempre hay excusas. Esto es un punto de inflexión. El cambio es brutal.
—Aunque no hubiera ganado, es un vendedor de primera. Le habría abierto puertas.
—Igual sí. Al final, todos vendemos todo el día. Uno tiene que aprovechar sus habilidades. Yo tengo labia y me flipa.
—El impulso es enorme, pero ¿cambiaría esta victoria por el bote de ‘Pasapalabra’?
—No, no lo cambiaría. Cuando me hablaron de premio, lo primero que pregunté fue por la Basque Culinary Center. Tuvo que venir mi novia y decirme: «¿tío, y la pasta?». El premio gordo es la cocina.
—Era el más cerebral. Su triunfo prueba que la cabeza es tan importante como
el corazón.
—Este concurso se gana con la cabeza, de verdad. Tienes que cocinar, pero debes estar centrado, frío y con los pies en el suelo. Es muy mental.
—¿Se ve con una estrella Michelin? «Si gana, va a subir al estrellato», decía su padre.
—Él tiene mucha fe en mí. Ojalá, pero lo importante es hacer lo que quiero. Ya he arrancado una oferta gastronómica en La Masía. La estrella es un recorrido a largo plazo.
—¿Hasta qué punto es importante crear un personaje en un programa así?
—Está la cocina y también tienes que ser tú y ser divertido. Es parte de la gracia.
—Aunque trataba de esquivar la parte de ‘reality’.
—Entré para cocinar. Eso no quita que haya que distraer y parte del ‘show’ es que la gente te conozca. Si fuéramos 15 tíos callados picando cebolla perfecto, sería más rollo.
—Hasta para elegir el momento de contar su historia supo medir los tiempos.
—Fui a cocinar y no a contar mi vida, pero llega un momento en que eres finalista y van tus padres, que tuvieron cáncer, uno detrás de otro... Mi madre se levantaba y decía: se puede con esto. Pues en el foso igual. Lo voy a dar todo.
—¿Tiene algún cocinero como referente?
—Mis abuelas y el chef Dabiz Muñoz, que son la noche y el día, la tradición y la vanguardia.