Primera orden de Sánchez a Óscar López: desmontar la megaestructura de Redondo
El presidente asumirá muchas de las áreas acaparadas por su anterior jefe de gabinete
Fin a la macrooficina de presidencia de la era Redondo, hasta hoy mismo el gabinete más grande y numeroso en diecisiete años. Y es que, según ha podido saber ABC, el primer mandato del presidente Sánchez a su recién nombrado jefe de gabinete de Presidencia, Óscar López, ha sido claro y rotundo: adelgazar la superestructura montada por el anterior inquilino. Y lo antes posible. Desarmar un esqueleto diseñado por el todopoderoso Iván Redondo que ha ido extendiendo sus tentáculos con funciones que nunca fueron propias de un director de gabinete del presidente del Gobierno. Una estructura la que montó muy diferente a la que construyó el propio Pedro Sánchez en su primer mandato, con la que el que fuera su mano derecha desde 2018 conseguía tener casi más peso y poder que muchos ministros. No en vano, desde entonces, Redondo ha sido considerado en el seno del Gobierno casi como un ‘quinto vicepresidente’, el hombre más próximo a Sánchez y guardián absoluto de su estrategia.
Fuentes conocedoras de los actuales deseos del presidente Sánchez con dicho mandato explican a este periódico que López tendrá muchísimo menos poder que su antecesor y que tendrá que comenzar por restablecer el armazón anterior, mucho más minimizado y con menos funciones frente a la salida de la última remodelación de la oficina, a finales de enero de 2020. Hace, por tanto, poco más de año y medio que Redondo decidía ampliar funciones y aumentar su poder en la sombra más si cabe. Desde entonces, hasta que se decidan los nuevos cambios, del director de gabinete dependen directamente siete órganos: la Secretaría General de la Presidencia del Gobierno –entonces con el hoy nuevo ministro de Presidencia, Félix Bolaños, al frente antes con rango de subsecretario–, la Dirección Adjunta del Gabinete –Francisco Salazar, también con categoría de subsecretario–, los Departamentos de Seguridad Nacional (liderado por el general de brigada Miguel Ángel Ballesteros), Asuntos Económicos y G-20 (bajo la tutela de Manuel de la Rocha), Asuntos Exteriores y Unión Europea –sus cuatro titulares tienen rango de director general– y la Oficina Nacional de Prospectiva y Estrategia de País a Largo Plazo.
El aumento del poder que Sánchez otorgó a Redondo aparejó a más un efecto secundario: la creación del gabinete presidencial más numeroso des
de 2004, con un equipo formado por 40 altos cargos: dos subsecretarios, 13 directores generales y 24 subdirectores, más el propio Redondo, con rango de primer secretario de Estado. Entonces, las estructuras de varios ministerios se quedaron minimizadas al lado del nuevo gabinete.
Además, con la reestructuración de la Presidencia del Gobierno publicada el 28 de enero de 2020 en el Boletín Oficial del Estado (BOE) Redondo puso en sus manos «la planificación y seguimiento de la actividad gubernamental», una novedad respecto al anterior real decreto de 2018. Con este movimiento, lograba claro poder de decisión para establecer el calendario de ejecución de las políticas suscritas en el pacto de coalición de los partidos de izquierdas. Es decir que, desde entonces, Redondo no se limitaba solo a asesorar al presidente sino a todo el Gobierno de coalición, incluidos los ministerios de Unidas Podemos, un poder que quiere solo para sí hoy Sánchez.
Como jefe de gabinete subió un peldaño en el escalafón de mando en el complejo de La Moncloa y pasó de «la asistencia a los distintos órganos de la presidencia del Gobierno» al «apoyo y asesoramiento técnico», lo que se se reflejó especialmente con la creación del Comité de Dirección de la Presidencia del Gobierno bajo su supervisión directa. De este también formaban parte el secretario general (Bolaños), el secretario de Estado de Comunicación (Oliver) y el director adjunto del Gabinete (Salazar).