La más liberal, la más pactista... ¿y para qué?

Ciudadanos clausura su congreso refundacional sin certezas de remontada y sin apenas titulares

Y llegó la clausura. No de Ciudadanos, no, sino de su congreso refundacional, o como los pocos asistentes que acudieron este fin de semana a la cita en Madrid hayan dado en denominarlo. Ya sabemos que Inés Arrimadas ha enarbolado la bandera liberal. Y que vence toda su estrategia a la bisagra porque, en su indefinición, aún no tiene claro su programa más allá de servir como enlace ideológico a conveniencia de escaño. Sabemos también que Ciudadanos no se va a fusionar con el PP. «El PP y el PSOE –dijo ayer en la clausura– quieren a España partida en dos, pero con Ciudadanos habrá pactos y no bandos». Como premisa, parece digno de elogio. ¿Quién quiere conflictos y banderías? Ocurre sin embargo que una cosa es predicar y otra dar trigo. Y Arrimadas, con el trigo, no se remanga demasiado. Más bien poco. Pactar está bien, pero la cosa se complica cuando pactas con uno azul, ‘despactas’ con él a escondidas porque has pactado con otro rojo –y eso que rechaza bandos–, y cuando quieres que todos tus diputados respeten la ruptura de tu pacto azul para apoyar lo ‘repactado’ en rojo, al final no se aclaran ni tus militantes. Arrimadas mató a Ciudadanos en Murcia. Pudo hacerlo en cualquier otro sitio porque maneras apunta desde que se marchó Albert Rivera, pero a estas alturas da igual. Pactar, lo que se dice pactar, solo está pactando su agonía.