Los contagios no son la medida
Terciar en la polémica sobre cómo hay que interpretar la quinta ola son ganas de llevarse un revolcón, porque como en muchas otras cosas en este país opinar se interpreta en clave de conmigo o contra mí. En cualquier caso, no queda otra, la confusión es general y para tratar de hacerse una idea de cómo puede afectar a la economía hay que sacar la cabeza de la centrifugadora de las noticias diarias. La gestión de la pandemia ahora y siempre se ha hecho en términos de la salud pública, que no la individual de cada una de las personas. No puede ser de otra manera. Cuando se tomaron las medidas de confinamiento más extremo fue cuando el sistema sanitario estuvo al borde del colapso. Desde entonces, en función de cómo ha ido evolucionando la incidencia hospitalaria, se han ido adoptando unas u otras acciones. Y no entro aquí si el Gobierno lo ha hecho mal, bien o regular. O si no tenía que haberse lavado las manos. Esa es otra discusión que a mí no me toca.
El problema ahora es que estamos utilizando los mismo indicadores –en concreto el de los contagios– para evaluar la gravedad de la crisis cuando las circunstancias han cambiado y no son igualmente válidos. Los contagios hoy, con la población vulnerable prácticamente vacunada con la pauta completa, no tiene la misma importancia que tenían hasta ahora. Y ya lo sabemos. Hemos visto cómo el fuerte repunte de contagios de las últimas semanas no se ha trasladado de la misma manera que en olas anteriores a hospitalizaciones, UCI o fallecidos. Es un hecho. Y aun siendo así, no se ha explicado. Desde los distintos gobiernos no se atreven a abrir el melón a riesgo de que les tachen en el mejor de los casos de optimistas cuando no directamente de imprudentes. Y desde los medios tampoco hay nadie que haya abierto el melón, no es algo especialmente popular y desde luego es mucho más jugoso informar todos los días de los ‘alarmantes’ incrementos de contagios y de los casos más sensacionalistas.
Entiendo que salir a explicar que, con los niveles actuales de ocupación hospitalaria, lo que hay que hacer no es volver a los toques de queda o a aplicar otras restricciones sino todo lo contrario, eliminar las que todavía están en vigor, no es fácil. El objetivo no ha sido nunca, no podía serlo, erradicar el virus. Hay que empezar a explicar que el virus va a seguir entre nosotros y que cada uno es responsable de sus actos. A los responsables de la salud pública con estos niveles de incidencia y tasa de letalidad lo que más les debería preocupar es volver cuanto antes a la normalidad para tratar de atajar todos los problemas que suponen las restricciones. Podrían empezar por dejar de contar el número de contagiados para luego seguir por el camino que hoy arranca en el Reino Unido.