El mundo aguarda al día después de la inmunización de los países ricos
▶ España se comprometió a destinar dosis a Iberoamérica cuando vacunara a la mitad de su población ▶ Pese a que nuestro país ya ha cumplido ese objetivo, Sanidad no concreta plazos de envío
En los próximos dos meses los países ricos alcanzarán la inmunidad de grupo, o al menos habrán almacenado vacunas suficientes como para hacerlo. Con una producción todavía limitada, comprometida en gran parte en contratos con las potencias económicas, el siguiente paso es la aceleración de la cobertura en todo el mundo para mitigar la pandemia de Covid.
Aunque la cuarta parte de la población mundial ya ha sido inoculada al menos una vez contra el coronavirus, el reparto es desigual por regiones del globo. En África, menos de un 3% ha recibido al menos una dosis, mientras que en Europa es casi el 45%, según los datos de ‘Our World in Data’, un proyecto de la Universidad de Oxford que permite la comparación internacional de las estadísticas del Covid-19.
Los países de renta alta o muy alta, un grupo que incluye a España o Estados Unidos entre otros, han administrado al menos una dosis a más de la mitad de sus ciudadanos. Por el contrario, solo han recibido al menos un pinchazo poco más del uno por ciento de la población del grupo de países con renta muy baja, un conjunto que incluye a Afganistán o Etiopía. Pese a que la mitad de los habitantes del planeta vive en zonas con rentas bajas o muy bajas, solo uno de cada diez de ellos tiene al menos una dosis.
El objetivo de la Organización Mundial de la Salud (OMS) es concluir 2021 con al menos 20% de la población de cada país inmunizada, comenzando con sanitarios y población de mayor riesgo. Con el fin de facilitar un reparto equitativo la OMS, junto a otras organizaciones internacionales, impulsó Covax como herramienta para una compra conjunta global; una situación que nunca se dio, debido a la negociación bilateral entre países y farmacéuticas. Su papel ahora es la compra financiada por los estados y el reparto de las donaciones y excedentes.
Hasta ahora su intervención ha sido escasa. Tan solo ha repartido 120 millones de dosis en países de rentas medias y bajas de las 215 millones que ya tiene asignados para un centenar de naciones, según datos de Unicef. Por contextualizar, solo España ya ha inyectado 50 millones de dosis a su población. Aunque Covax tiene acuerdos de compra por casi 4.000 millones de dosis, son fundamentalmente a futuro, y la mitad de ellas son vacunas ni siquiera aprobadas. Solo la Comisión Europea ha asegurado más dosis.
La cuestión es si, una vez inmunizados los países ricos, habrá un impulso de la vacunación mundial mediante donaciones y financiación de Covax. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, prometió el pasado mayo una donación a través de este mecanismo de 7,5 millones de dosis a Iberoamérica cuando España alcance el 50% de su población vacunada. En junio, amplió su promesa a 15 millones más cuando España llegue al 70%. En plena campaña de inmunización de
«Donar dosis es una cuestión de seguridad, no solo de solidaridad. Cuanto más circule el virus, más variantes habrá»
«Los países no están esperando a donaciones. Todo el que puede compra a quien sea a costa de lo que sea. Es la guerra»
los jóvenes y con el aumento de contagios por la variante Delta, el Ministerio de Sanidad, en respuesta a preguntas de este diario, no concreta plazos de envío, a pesar de que ya se ha cubierto a la mitad de la población española con la pauta completa.
«Todos los contratos negociados contienen cláusulas para permitir la donación y reventa a terceros países. No se trata, por tanto, de la donación de excedentes sino de un acto deliberado de contribuir solidariamente a la vacunación mundial desde la posición privilegiada que nos ha dado participar de la estrategia europea de vacunas», justifica un portavoz de Sanidad.
«Vemos a países que se comprometen a donaciones a Covax, pero todavía es solo un anuncio. De momento, la gran mayoría de las donaciones son de gobierno a gobierno, por interés geopolítico; y los países que donan a Covax son a su vez selectivos con los receptores», apunta Adrián Alonso, investigador del Centro de Salud Global de Ginebra. «Una vez los países ricos estén inmunizados se espera una distribución de las vacunas por la disminución de la demanda, la aparición de nuevos fabricantes y el aumento de la capacidad de producción. Aunque ahora surgen dudas sobre la necesidad de mayor acopio por la aparición de nuevas variantes. ¿Harán falta dosis de recuerdo?», se pregunta Alonso.
«Los países ricos quieren estar seguros de que no les harán falta más dosis. Cuando los recursos son limitados, es la guerra. También la hubo al principio entre las potencias económicas», apunta Belén Tarrafeta, farmacéutica especialista en acceso a medicamentos. Tarrafeta prevé que, cuando las potencias hayan satisfecho su demanda, la batalla en el mercado continuará. «Los países no están esperando a donaciones ni a Covax. Los países de rentas medias compran a las farmacéuticas, a China, el mayor productor ahora, o Rusia. Todo el que puede compra a costa de lo que sea, América Latina, la Unión Africana».
«Estamos en un momento decisivo. Lo que ocurra ahora determinará la evolución mundial de la pandemia», afirma Virginia Rodríguez, responsable de incidencia política de ISGlobal. «Donar dosis es también una cuestión de seguridad, no solo de solidaridad. Cuanto más tiempo circule el virus, más variantes habrá. La variante Delta ha sido una seria llamada de atención. Es grave no vacunar a toda la población mundial de manera equitativa», señala Rodríguez, que reclama la financiación, y no la donación de excedentes, como medida más eficaz, puesto que la actuación de las potencias como intermediarios solo retrasa el proceso de vacunación global.
«Las vacunas tienen una caducidad de entre cuatro meses y medio y seis meses, así que deben llegar con margen para administrarlas», coincide Tarrafeta. «La falta de envíos predecibles es un problema. Si no se programan las donaciones será difícil la absorción por los países receptores. Todo país necesita planificar la campaña de vacunación. Si en España no hubiera habido cierta regularidad, habría sido un fracaso», señala. Y apunta otro problema: «La producción de vacunas aumentará, pero falta financiar la logística para aumentar la capacidad de absorción de los receptores».