«El terror entra en casa» de ‘La Unidad’
ABC visita el rodaje de la serie que Buendía Estudios produce para Movistar, cuya segunda temporada llegará en 2022
«Los policías le ponen mucho humor. Su oficio es jugársela ‘para perseguir a los malos’. Nuestro titular no sería tan básico»
En un colegio de la pequeña localidad de Chiloeches, en Guadalajara, ocurre algo fuera de lo normal. Entre el patio y la entrada se amontonan coches de Policía, ambulancias, furgonetas y varios vehículos más, incluido uno de los Tedax. Sobre el tejado, un francotirador observa. Pero lo más espectacular es ver a tres grupos de agentes, que se acercan en silencio a la puerta del centro, en la clásica formación ‘de gusano’ tantas veces vista en el cine. El operativo trata de resolver el secuestro de varios niños, una de las tramas principales de la segunda temporada de ‘La Unidad’, en su día el mejor estreno histórico de Movistar+.
La escena se ensaya y luego se rueda unas pocas veces, con las órdenes justas por parte del director, Dani de la Torre. La historia creada por él y por Alberto Marini se resume en seis nuevos capítulos, que se podrán ver en 2022. Si en el primer curso conocimos cómo funciona una unidad de élite de la Policía Nacional especializada en terrorismo yihadista, ahora se pasa directamente a la acción. Los miembros de ‘La unidad’ se enfrentan a una situación sin precedentes, cuando se convierten en el objetivo de los terroristas. «Hemos doblado la apuesta. Ya no sirve llegar antes, ya no sirve nada de lo que nuestros personajes han vivido. Esto es nuevo para ellos y para sus familias. El terror está dentro de su propia casa. Ya no se pueden fiar de nadie, ni siquiera de la Unidad», explica De la Torre, que promete una segunda temporada «con más thriller y más tensa desde el primer capítulo». «Antes estábamos siempre fuera, pero los buenos no estaban en peligro. Eso cambia». «A mí me gusta más que la primera», añade orgulloso.
Por otro lado, y pese a que no se renuncia a la espectacularidad, está siendo un rodaje más contenido. Hay menos salidas a la calle porque la gente lleva mascarillas en todas partes, salvo en Jordania, la excursión más llamativa que se han permitido este curso. «Fue un rodaje potentísimo, en un lugar al que muy poca gente va. Fuimos unos privilegiados. Hemos visto de primera mano a los grandes sacrificados de las guerras de Siria y de los yihadistas. Es duro. Te planteas la desesperación que sufren. No tienen absolutamente nada. La mayoría de los refugiados vienen de guerras y están destrozados. No lo puedes ni imaginar».
Fran Araújo, productor ejecutivo, cuenta que fue «muy bestia» el enganche emocional que generaban los guiones. «La gente los leía en uno o dos días y eso no suele pasar. No podían dejarlo».
Los actores corroboran sus palabras y desvelan que ni siquiera resultaba fácil relajarse cuando terminaba la jornada y se quitaban las ropas del personaje. «La semana pasada me pasó algo», cuenta Michel Noher, que da vida a uno de los agentes. «El viernes rodé una secuencia de muchísima tensión. Llegué a
casa y no me pude ni mover en todo el fin de semana, del dolor físico y emocional que sentía».
Marián Álvarez cree que «lo emocional es peor porque cambia más». «Lo físico lo duermes, pero lo emocional te lo llevas y es difícil de gestionar. Y esta temporada tiene de las dos cosas. Son secuencias que te dejan como un trapo, aunque ese juego mola».
«Te cuesta hasta expresarlo. A Carla le tocan lo que más miedo le puede producir en la vida, la posibilidad de separarse y no poder proteger a su hija. A mí me pasa que luego no me basta con dormirlo. Se te queda pegado a la piel. Como decía Jessica Lange, cada célula de tu cuerpo recibe un mandato. Es un thriller en el que todos pasan por estados de mucho miedo. Se supone que están preparados para afrontarlo, pero el terror entra en casa y nadie sabe cómo luchar contra eso».
Hay algo en los que los tres intérpretes no se ponen de acuerdo: si una experiencia así los cambia para siempre. «Espero que no», dice Poza. «Yo creo que sí», replica Noher. «Si no, no lo haríamos». «Yo viví un pelotazo tremendo», confiesa Álvarez. «Todavía estoy en Jordania. Todo esto va transformándonos. Es un juego, pero lo vivimos de manera real. Y aprendes».
La clave del villano
Las dos actrices añaden que en el rodaje había agentes de verdad y que les ayudaban a entender un oficio tan duro, además de resolverles las dudas que surgían. «Le ponen mucho humor. Su oficio es simplemente jugársela para perseguir a los malos. Es su frase. Nosotros no pondríamos titulares tan básicos. Se distancian con eso». Aunque los creadores no han necesitado pasar otros dos años con las fuerzas antiterroristas para documentarse, han seguido muy en contacto con los policías. Ellos les dieron la clave para crear al villano de los nuevos guiones: «Es un tío que existe y ha sido detenido de verdad, por muy irreal que parezca. Nos fascinó tanto que existiera en España una familia de ese calibre que teníamos que contarlo, aunque cambiando muchos detalles. Son sorprendentes las cosas a las que se enfrenta la Policía. Están ahí pero no se saben», dice Dani de la Torre.