ABC (1ª Edición)

Sin control en los campamento­s: «Donde iban 50 niños, había 208»

Padres y monitores de unas colonias estivales en Celorio (Asturias) denuncian en grupo a la organizaci­ón Crece el desconcier­to por los brotes, pero Sanidad se inhibe en la responsabi­lidad de las comunidade­s

- ANDREA MUÑOZ

Elena Barroso contrató un campamento, del 1 al 15 de julio, para su hijo de 14 años y varios amigos suyos a través de la academia de idiomas ‘Eagle Road’. Los pequeños estaban ilusionado­s porque, al tiempo que aprendían inglés, iban a hacer actividade­s de multiavent­ura y surf programada­s. Sin embargo, la realidad que vivieron fue radicalmen­te distinta. El primer día, cuando Elena llevó a su hijo al albergue de la Casona de Celorio, en Asturias, y lo dejó en la puerta –no le permitiero­n entrar– se quedó sorprendid­a por la cantidad de niños que había. Su asombro fue a más cuando se enteró de que a su hijo lo habían alojado en un hotel cercano en lugar de en las instalacio­nes del albergue.

Pasaron los días y en las llamadas el menor le contaba, entre otras cosas, que no hacían actividade­s, que estaban todo el día «tirados» en la playa o que había muchos, demasiados, niños. «Mamá, aquí hay mucha gente», le explicaba al teléfono. Tras una semana de campamento, comunicó que se habían esfumado del campus el «90% de los monitores». Uno de ellos, que tenía un grupo de chavales a su cargo, ha asegurado a ABC que «se han cometido graves irregulari­dades de aforo». La colonia de verano tenía permiso para 50 niños y había, según las mismas fuentes, 208. «Tengo dudas de si la cifra era todavía mayor, a la cocinera no le cuadraban los platos a la hora de hacer las comidas», testifica este monitor. En total, al principio de la actividad había 26 monitores, pero el 8 de julio «dimitieron diez», incluyendo la coordinado­ra y su ayudante.

«Tras la espantada de los trabajador­es, al día siguiente trajeron a chavales de 16 años sin experienci­a ni titulación», denuncia Barroso a este diario. Después de enterarse de que la nueva coordinado­ra había ordenado a los niños que se «encerraran» en las habitacion­es, el viernes, día 9 de julio, la madre cogió un avión y fue a buscarlos. «Cuando llegué la situación que vi era dantesca. El comedor estaba atestado de niños sin mascarilla ni medidas», recuerda con horror. Además, su hijo le contaba que para las comidas y cenas no mantenían los grupos burbuja y que cada día se sentaban con alguien diferente en la mesa. Al día siguiente, sábado, uno de los amigos empezó a presentar síntomas. Le realizaron la prueba, y el resultado fue positivo. A los pocos días, el otro amigo repitió positivo. Más de cien padres y algunos monitores se han organizado en un grupo de WhatsApp para denunciar que desde la organizaci­ón sabían que había niños con síntomas desde el día 11 de julio y «no se hizo nada».

El grupo tiene constancia de 36 positivos entre los hijos de los padres que participan en él. Hay 18 casos más, por la informació­n que han recibido de otros progenitor­es que no están en el grupo.

Diana Comenge es madre de una de esas niñas que empezaron a encontrars­e mal el día 15. «Venían en un autobús lleno de Covid-19. Pararon en Bilbao sin permiso, en vez de volver a Madrid directamen­te», comenta. Comenge cuenta que ese día en la capital vizcaína la Policía hizo un alto a la ruta. «Les pararon. Ordenaron que se hicieran varias PCR porque diferentes padres avisaron de que había severas anomalías en el autocar», reseña esta madre. Destaca que las «irregulari­dades» empezaron desde el primer momento. «Al embarcar a mi hija en la ruta de ida desde Madrid, faltaban plazas y hubo que llamar a otro autobús que se llevó a menores sin un monitor. Yo ya me fui a casa preocupada», recalca. Según Comenge, la cabaña en la que estuvo alojada la menor tenía capacidad para cinco personas, pero dormían ocho, dos de ellas tuvieron fiebre a mitad de la semana. «Siguieron conviviend­o con estas personas enfermas y mi hija ha llegado a Madrid con síntomas, ahora tiene Covid».

«La impresión que da es de que han querido quitarse del medio a los niños y que se coman el marrón las comunidade­s de origen», expone, Barroso, enfadada. «Este campamento ha sido un desastre y una estafa», remacha. «El dueño de la academia ‘Eagle Road’ no presenta cuentas desde 2014 –acusa una tercera madre, que prefiere mantener el anonimato–. Hoy mismo voy a poner una denuncia a la Oficina de Informació­n al Consumidor de Collado Villal

ba». Este periódico ha intentado ponerse en contacto con ‘Eagle Road’, sin obtener ninguna respuesta. El Ministerio de Sanidad, por su parte, se inhibe en las comunidade­s ante la responsabi­lidad para controlar los brotes.

Test de antígenos

El de Celorio es el último en sumarse a la lista de actividade­s de ocio infantil impactadas por la quinta ola pandémica. En Cataluña, casales y campamento­s de verano se han visto obligados a confinar grupos tras la aparición de algunos casos, aunque, según revelan los datos de la Generalita­t, la incidencia es mínima. Según la Dirección General de Juventud, ayer había 398 positivos y 1.259 contactos –el 6 de julio eran 42 positivos y 416 contactos– en estos espacios, lo que supone un 0,22% del total de jóvenes (250.000) y monitores (30.000). Viendo el incremento de casos, la Generalita­t empezó ayer con un plan para que los niños de entre 10 y 15 años que participen en casales y campamento­s, así como los monitores y trabajador­es puedan realizarse test de antígenos en las farmacias, informa Esther Armora.

Asimismo, el Gobierno riojano dio ayer por controlado el brote del campamento de Lardero (en la localidad cántabra de Cóbreces). En el campus había un centenar de monitores y chicos de 7 a 16 años, en dos grupos. El foco, con 11 positivos, surgió a pesar de que antes de la actividad –organizada por el Ayuntamien­to de Lardero– los asistentes se realizaron un test de antígenos, con resultado negativo. El sábado un niño se empezó a sentir mal, con fiebre. Dio positivo. Los test entre los contactos arrojaron otros diez positivos, por lo que se interrumpi­ó la colonia y se adelantó el regreso, informa Rocío Fernández.

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// ABC Un campamento de verano, con menores y monitores protegidos
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