ABC (1ª Edición)

«Es injusto que el karate no esté en París sin habernos visto en Tokio»

Sandra Sánchez Karateca Es la clara favorita al oro en kata. Su padre le apuntó a baile, pero a ella le atrajo el tatami

- RUTH BEITIA

Por fin llegan unos Juegos en los que el karate se va a convertir en uno de los grandes protagonis­tas, precisamen­te, en el país en el que nació. Y allí estará Sandra Sánchez (Talavera de la Reina, 16 de septiembre de 1981), una joven que se define «divertida, traviesa, llena de sueños e ilusiones» y que es considerad­a la mejor karateca de la historia en kata femenino.

—En estos Juegos se juntan tantas cosas y tan bonitas que hacen que sea una cita especial. Sin embargo, es una pena que la presencia de esta modalidad sea efímera, porque debuta en Tokio, pero ya no estará en París 2024.

—Me parece que es una decisión muy injusta, no solo por dejar este deporte fuera, sino porque es anterior a nuestra puesta en escena. Son criterios no deportivos, tampoco sabemos cuáles son esos criterios para dejarnos fuera sin que ni siquiera nos hayan visto en Japón. Te deja una sensación de impotencia total, por lo que solo nos sirve ir a por todas en estos Juegos.

—Eres un ejemplo de perseveran­cia, ¿a la Sandra pequeña le gustaba más el karate o el baile?

—Mi padre quiso apuntarme a una actividad extraescol­ar, y pensó que la niña iba a ir al baile, y se lo iba a pasar genial, y mi hermano Paco al karate. Como quería estar con él pues empecé por envidia, y me enamoró desde el primer día. —Y a lo largo de todos estos años, ¿te has llegado a cansar de tu deporte? ¿Has pensado alguna vez en dejarlo? —En dejar el karate, nunca. En dejar la competició­n, sí. Lo que hay alrededor del deporte a veces te cansa y tienes el deseo de salir, pero la competició­n es una parte pequeña del karate.

El karate

«Es un arte marcial que transmite tantos valores: Disciplina, respeto... Es una forma de vida»

—Apareces en el Libro Guinness como la mujer con más títulos en el mundo del karate. ¿Era un sueño?

—No era un sueño porque era algo inimaginab­le. Jamás pensé en estar en ese libro, así que cuando me llegó esa informació­n, me quedé alucinada. Significa que es algo que has conseguido con mucho trabajo y mucho esfuerzo. —Jesús del Moral es tu pareja y tu entrenador. ¿Cómo se llevan esas dos situacione­s? ¿Qué significa Jesús para ti?

—Lo es todo, hemos encontrado el equilibrio muy bien, es fácil separarlo. Cuando hacemos karate, no se habla, estamos en silencio entrenando. Ese tiempo es el maestro que está dando órdenes. Cuando terminan esas horas empieza otro Jesús del Moral, son muy diferentes y los compatibil­izo muy bien.

—Cada cuatro años aparecen diferentes deportes que, por desgracia, no están habitualme­nte. Defiende el tuyo.

—El karate es una forma de vida, un arte marcial que transmite tantos valores... disciplina, respeto. Estamos en constante aprendizaj­e. Yo soy lo que soy por lo que he vivido. Hay algo más, el sentimient­o. El corazón debe ser capaz, a través de tu cuerpo, de transmitir y llegar a emocionar a la gente que te esté viendo, lograr que sienta algo.

—¿Cómo has vivido el camino hacia los Juegos?

—Con emoción. Apreciando los pequeños detalles que estoy viviendo en este camino, como cuando llegó el paquete con la ropa olímpica. Sentí que, por fin, estaba ahí.

—¿Y la pandemia y el aplazamien­to de los Juegos?

—Fue una montaña rusa de emociones. Costaba creer todo lo que estaba sucediendo. Pensábamos en que lo importante era estar bien, pero otra parte de la cabeza te decía qué pasará con los Juegos. Una cancelació­n hubiera supuesto la desaparici­ón del karate como modalidad olímpica sin haber tenido la oportunida­d de haber debutado. Y, mientras tanto, teníamos que seguir entrenando. Yo tuve suerte porque tengo tatami en casa y entrenador 24 horas, pero otros compañeros tenían muchos problemas.

—¿A nivel personal qué supuso el confinamie­nto?

—Todos mis vecinos son tan buenos... Intentaron ayudarme de alguna manera, aportando material por si me hacía falta. Esa solidarida­d y el ayudarnos entre todos... La pandemia nos acercó a todas las personas y vimos el corazón de la gente. Eso fue muy bonito.

—¿Ir a los Juegos era un sueño?

—Yo nunca pensé en los Juegos, no asociaba mi deporte con los Juegos. Y date cuenta de que no estuve en el equipo hasta los 33 años. Entré justo a tiempo de vivir todo esto, es como si la vida me recompensa­ra por todos esos años. Es una oportunida­d tan bonita y tan grande que doy gracias por poder vivirla.

—¿Qué es lo que más te llama la atención de unos Juegos?

—Siempre me ha emocionado mucho el momento en el que un deportista gana un oro olímpico, esa emoción desbordada...

—A mí me dijeron mucho antes de retirarme que era mayor, ¿te sucede a ti?

—No les digo nada, no me aporta nada. Solo hago un espacio a los comentario­s positivos.

—¿Qué consejo darías a una joven que de mayor quisiera ser como tú?

—Que disfrute y entrene. Las medallas las ganas un día y al siguiente se pasa, pero tienes que seguir disfrutand­o de ir a entrenar, llegue o no la medalla.

—¿Una goma para borrar algo del pasado, o un lápiz para seguir escribiend­o tu historia?

—No borro nada. Me hace ser lo que soy.

—¿Qué no te han preguntado nunca y te gustaría responder?

—¿Qué ha hecho que tengas la actitud que tienes? La enfermedad de mi madre. Fue el punto de inflexión entre una Sandra y otra.

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// REUTERS Sandra Sánchez, durante un entrenamie­nto de preparació­n para Tokio 2020
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