Adam Casals, el ‘exembajador’ catalán que se bajó del carro independentista
Este consultor experto en asuntos internacionales fue delegado de la Generalitat en Viena entre 2015 y 2017. Hoy, critica el ‘procés’ y denuncia la presión que sufrió como trabajador del Govern en los meses críticos antes del 1-O
Afinales de 2014 Adam Casals fue al Palacio de la Generalitat. Allí, se reunió con el entonces consejero de la presidencia, que le transmitió una misión: ser el nuevo delegado del Govern en Viena y en la ‘Europa central’. Casals, consultor y especialista en la zona, aceptó casi sin dudar. A partir de ese día empezó para él una etapa que describe hoy como de «pesadilla». «Nunca fui embajador», señala a ABC mientras defiende que su voluntad siempre fue estar al servicio de todos los catalanes, y no promover la independencia. «Estoy enfadado con el mundo ‘indepe’», reconoce.
La primera misión de Casals fue poner en marcha una oficina en Viena. Después, empezó con su labor de promoción de Cataluña en el corazón de Europa: viajes, reuniones, promoción empresarial y cultural… Mientras tanto, en Barcelona, el proceso independentista se iba acelerando –Casals siguió en el cargo tras la investidura de Puigdemont– hasta llegar al punto de máxima tensión: el referéndum ilegal del 1-O. «La presión en esa época era irrespirable, nos llegaba la toxicidad del Palau de la Generalitat, eso es lo que yo viví», detalla.
Ya desligado del independentismo, explica que los delegados catalanes tenían la misión de hacerse eco de los mensajes de Puigdemont en el mundo. Él mismo, en verano de 2017, también decía públicamente que había en Europa notables que veían viable la opción de «reconocer» una eventual independencia catalana. «Eran declaraciones políticas para crear un ambiente de negociación con el Estado», se justifica Casals cuatro años después. «Mi mandato nunca fue conseguir la independencia. En realidad, lo que hacíamos por activa y por pasiva era decir a Barcelona que nadie quería la independencia de Cataluña. Nos esforzamos para hacer llegar ese mensaje a nivel interno para que nadie hiciera ninguna estupidez. Evidentemente, fracasamos», lamenta. «Que Cataluña tenía simpatías fuera es cierto, que las dilapidó en 2017 con esa declaración de independencia irresponsable también es verdad. En ningún momento países socios de España apoyaron la independencia», resume el exdelegado.
Para Casals, todo cambió a partir de esa declaración unilateral de independencia votada en el Parlament. Con ella, llegó el 155 y cayó el castillo de naipes. Mariano Rajoy cesó al Govern y tumbó sus ‘embajadas’, también la de Viena. Ese día, él se sintió «liberado» y dio vacaciones a sus subordinados para que no cometieran un delito de usurpación de funciones. Posteriormente, escribió al embajador español en Viena, del que se despidió tras haber mantenido una relación, dice, amigable. A continuación, inició una gira de «despedida» pagada de su bolsillo por los países que estuvieron bajo su mando para disculparse ante quienes le recibieron durante su etapa como delegado.
Hoy, Casals ha vuelto al sector privado y no duda en criticar todo aquello que representó: «Debí haber dimitido antes, lo reconozco, fue un error no hacerlo». En paralelo, ha empezado a ofrecer entrevistas y artículos para despertar a los catalanes que todavía ven en el ‘procés’ un proyecto esperanzador. Lo hace indiferente a los insultos que recibe de antiguos compañeros de causa que lo consideran «un traidor, un mal patriota». «Está siendo como un divorcio tóxico que no se acaba, en mi caso, del señor Puigdemont», ironiza.
Apoyo al ‘procés’ «Que Cataluña tenía simpatías fuera es cierto, que las dilapidó en 2017 con esa declaración de independencia irresponsable también es verdad»