Fetiches del deporte como objetos de culto
▶ Las zapatillas de Jordan y otras piezas han alcanzado precios siderales. España no es una gran cosumidora
La casa Segre expondrá en su próxima subasta una camiseta de Maradona certificada por el consulado argentino, un par de botas de Messi y Cristiano Ronaldo avaladas por sus representantes, y una camisola de Andrés Iniesta ratificada por el jugador manchego. «Será un brindis al sol, no sabemos a quién le interesará, aunque vivimos en un mundo abierto y la puja puede llegar de cualquier parte del mundo», dice a
ABC Mercedes de Miguel, directora de la empresa con sede en Madrid. España no es un país puntero en la puja por fetiches del deporte, objetos de culto de los atletas que en otras latitudes como Estados Unidos y Gran Bretaña alcanzan cifras siderales. El empresario norteamericano Nick Fiorella pagó hace un par de semanas 1,3 millones de euros por las zapatillas con las que Michael Jordan disputó el quinto partido de su temporada del debut en la NBA, en 1984. Una operación que es muy improbable en nuestro país.
«En España preferimos los documentos históricos, una espada del duque de Alba o un cuadro de valor artístico más que la memorabilia», indica Mercedes de Miguel. La memorabilia hace referencia a objetos de recuerdo que tienen que ver con el valor de la memoria. «En Estados Unidos no tienen historia, por eso muchos de sus héroes son deportistas. Sus recuerdos tienen un gran valor para ellos, aunque nada se puede comparar a la mecedora de Kennedy, que rompió todos los récords».
De los Estados Unidos proceden algunas de las pujas más superlativas en materia deportiva. Michael Jordan es un asiduo en este ranking. En 1997 disputó enfermo el quinto partido de la final de la NBA entre Chicago Bulls y Utah Jazz. Las zapatillas de la fiebre alcanzaron una cifra de 100.000 euros en la subastas organizada por Gery Flannel.
Muhammad Alí, como Michael Jordan, puede ser considerado uno de los cinco mejores deportistas norteamericanos de la historia. Sus enseres personales han crecido en el mercado de las subastas con el paso del tiempo. En Norteamérica
vive Lorenzo Fertitta, el empresario vinculado a la UFC, la mayor empresa de artes marciales mixtas del mundo donde compite Conor McGregor. Fertitta abonó un millón de euros en 2012 por los guantes con los que Muhammad Alí, convertido a la religión musulmana, noqueó al cristiano Floyd Patterson en Las Vegas en 1965. En la pelea que fue símbolo de lucha religiosa y de integración racial, Alí le preguntaba a Patterson mientras le cosía a golpes, «¿Cuál es mi nombre, tonto?». Patterson le llamaba siempre por su nombre cristiano, Cassius Clay.
Una de las mayores cantidades que se han pagado en los últimos tiempos por un objeto del deporte tuvo que ver con los fines humanitarios. El futbolista Mario Goetze, en sociedad con sus patrocinadores, subastó la bota izquierda con la que consiguió el único gol de la final del Mundial de Brasil 2014 entre Alemania y Argentina. Consiguió 1,8 millones por el calzado amarillo para la fundación ‘Un corazón para los niños’.
«Aunque en España no exista una tradición potente, hay grandes artistas relacionados con el deporte –cuenta a ABC Ramón Grau, de Subasta Real–. Joan Miró hizo litografías del 75 aniversario del Barça o de los Juegos Olímpicos. También Dalí o Tàpies se han inspirado alguna vez en el deporte». «En Inglaterra se colecciona todo –explica De Miguel–. Lo llevan en la sangre. En todas los pueblos hay una pequeña casa de subastas. Seguro que las pujas de deportes tendrían un recorrido en España, pero de momento no funcionan tanto».