Hay otras maneras, pero son aburridas
A ningún gobernante le sale rentable. Por eso es más sencillo subir cotizaciones
No hace falta ser ministro, ni siquiera ser muy listo (Escrivá es ambas cosas) para conseguir nuevos ingresos por la vía de subir los impuestos. Eso ya se me había ocurrido incluso a mí. Tampoco es necesario serlo para saber que es más astuto depositar esa nueva carga sobre los almohadillados hombros de los empresarios, en lugar de sobre los huesudos de los trabajadores, porque aquellos forman una casta infernal que se forra a ganar dinero y que no paga casi impuestos. Es así, ¿no? Aunque, si es así, no entiendo como es que hay tan pocos empresarios en este país.
Caben otras maneras de conseguir mayores ingresos, por ejemplo la más sana es aumentar el número total de empleados y el de cotizantes, de tal manera que cada pensión repose sobre un número mayor de trabajadores en activo. Incluso se podría intentar reducir los gastos, retrasando la edad de jubilación de manera rotunda. En 2022 la edad de retiro será de 66 años y dos meses, cuando debería de ser de 70 años. Pero todo eso produce mucha fatiga, da resultados a largo plazo y enerva a muchas personas a corto. A ningún gobernante le sale rentable. Por eso es más sencillo subir las cotizaciones y decidir que la mayor parte de la subida correrá a cargo de los empresarios.
Luego, para ser un gran político, es obligado tener cintura. Todo eso se le ocurrió hace ya una semana al ministro Escrivá, que propuso subir medio punto las cotizaciones sociales y repartirla equitativamente entre empleados y empleadores. Pero enseguida salimos los aguafiestas de turno a decir que eso no llegaba a nada; mientras que los sindicatos se quejaban del reparto. Bueno, pues nada, se cambia y ya está. Ahora propone aumentar más las cotizaciones –0,6 puntos– y repartirla en tres partes. Dos de ellas, las pagarán los empresarios y una los trabajadores. ¿Es una decisión definitiva? ¡Uy, que va! Si nos fijamos en la experiencia, de aquí a que la idea se convierta en ley puede cambiar todavía tres veces. Quizás cuatro. Pero ahí está. Ahora póngase a discutir, que enseguida le toca pagar.