«Hay que elogiar la labor de los padres de niños con dificultades de aprendizaje»
► Terrón apunta que, además de los estudios, «se debe tratar su autoestima»
Ángel Terrón, psicólogo y socio fundador de Educa-at, explica que las dificultades de aprendizaje que padecen muchos escolares no les permiten la adquisición de conceptos y les impiden ajustarse a las demandas académicas. No duda en elogiar «la labor incansable de los padres, puesto que tratan de suplir esas dificultades sentándose cada día con su hijo para tratar de focalizar su atención. Sin embargo, la situación requiere una intervención más compleja que la que los progenitores intentan realizar».
Explica que estos alumnos no son capaces de aprovechar las clases, con el daño que eso les supone al sentirse inferiores a sus compañeros. Y, en casa, no les sirve un estudio tradicional mediante lectura. Les resulta frustrante. «Es muy importante que los colegios tengan criterios establecidos de sospecha para detectar estos casos porque hay alumnos que, incluso, pueden aprobar, sí, pero con muchas más dificultades. Deben saber que hay estrategias que les facilitan la concentración».
El problema, según señala, es que hubo una ley que establecía unas medidas de apoyo en las aulas, «pero son muy básicas y no solucionan el problema». En este punto, destaca también la importancia de la coordinación de colegios y familias.
Lo esencial —añade Terrón— es establecer un diagnóstico precoz. «Se debe lograr a la edad de los 6 u 8 años, pero a veces estas dificultades quedan ensombrecidas porque el chico tiene comportamientos disruptivos y se apela a que no está bien educado. El problema de no tener un diagnóstico es que redunda en un nivel anímico muy bajo». Reconoce que la autoestima es fundamental. «Es el aspecto que más abordamos, por encima del déficit de atención, la impulsividad, la hiperactividad... Al ser pequeños no entienden qué ocurre, creen que son menos inteligentes que sus compañeros, cuando no es así».
El primer mensaje de este psicólogo para los padres es «que no se sientan culpables por no haber sabido diagnosticar antes lo que le pasa a su hijo o por creer que algunas pautas educativas le han podido influir, porque no tienen nada que ver». También les recomienda que no intenten ser a la vez padres, profesores y psicólogos de sus hijos. Y, por último, que asuman que no deben focalizar todo en el ámbito educativo. Es decir, «por encima del estudiante está la persona. Tenemos muchos chicos con grandes cualidades que están ensombrecidas por poner el foco solo en el ámbito educativo».