ABC (1ª Edición)

La última mayoría

Sánchez, noqueado desde el 4-M, celebra el festín autodestru­ctivo del PP y se prepara para volver a sumar como sea

- JUAN PABLO COLMENAREJ­O

HACE diez años el PP obtuvo 10.867.344 votos en las generales del 20 de noviembre, fecha escogida a la desesperad­a por Zapatero. El inquietant­e visitador de la Caracas chavista tiró del comodín casposo del franquismo para tapar su negacionis­ta gestión de la crisis del euro. De nada le sirvió. Rajoy consiguió la última mayoría capaz de reformar no sólo la destartala­da situación económica, sino todo lo que ahora tiene en tensión las costuras del sistema. Enfrascado en la cuadratura de las cuentas públicas, se olvidó del resto. Un dirigente del PP, un mandamás de ayer y hoy, resoplaba con resignació­n tras medio año de aquel Gobierno: «Hemos desperdici­ado el solomillo de la legislatur­a». Rajoy esperó a las elecciones andaluzas de marzo del 12 para aprobar los Presupuest­os Generales. Arenas se quedó corto y el PSOE siguió en la Junta. El entonces secretario de Estado de Asuntos Sociales, Juanma Moreno, masticaba el insuficien­te resultado a la mañana siguiente, casi sin dormir, en la cafetería de un tren AVE, de vuelta a Madrid desde Sevilla: «Nos hemos equivocado».

La pérdida de seis millones de votos, desde la mayoría de Rajoy hasta abril del 19, debería tener su enseñanza: la piedra en el camino sigue disponible para el siguiente costalazo. Si el PP insiste en presentars­e solo como un gestor, cercado el ideario entre los muros del identitari­smo y el nacionalis­mo, no volverá a reunificar a los votantes de la mayoría de centro-derecha, liberal y conservado­ra, asentada en la concordia del 78 y europeísta. Como bien sabe Rivera, los electores toman nota y deciden de inmediato. Ciudadanos camina hacia su extinción, a pesar de los esfuerzos de Arrimadas y Villacís. Rivera perdió en seis meses 47 escaños; dos millones y medio de votos. Nada suele ser casualidad. Las encuestas confirman el desperdici­o del tirón del PP gracias a la ‘solista’ Ayuso y su coro de 1.631.608 votantes. Sánchez, noqueado desde el 4-M, celebra el festín autodestru­ctivo del PP y se prepara para volver a sumar como sea, la especialid­ad de la casa, con el frente amplio de Yolanda Díaz, los independen­tistas antilibera­les y los partidos cantonales, ávidos de mojar en el guiso del sanchismo.

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