ABC (1ª Edición)

La España (no tan) vaciada

PSOE y PP necesitan espabilars­e, en vez de dar por seguro el voto local por afinidad ideológica

- JOSÉ MARÍA CARRASCAL

DE repente, Teruel se ha puesto de moda. Todas las provincias quieren ser la más remota capital aragonesa. ¿Razón? El grito que lanzaron como un SOS: ¡Teruel existe! retumbó en toda España y les ganó un escaño, aparte de la atención especial de la llamada ‘España vacía’, con más pasado que futuro, al quedarse sin habitantes, sin escuelas, sin servicios médicos, sin pequeñas tiendas, incluidos los bares, sin párroco, sin sucursales bancarias y, a la postre, sin esperanza. Hasta que Teruel les marcó el camino, y empezaron a imitarla con un partido local y un solo objetivo en su agenda: llamar la atención al resto de España y evitar su desaparici­ón, cuando algunos ya preparaban el letrero ‘El último que apague la luz’.

Antes de seguir esta triste historia, permítanme cortarles algo muy personal: mis programas de televisión favoritos son ‘España directo’ y ‘Aquí la Tierra’ de TVE, primero porque no aparece ningún político y, segundo, porque me recuerdan ‘On The Road’, de Charles Kuralt, que a bordo de una furgoneta se dedicaba a descubrir lugares y personajes singlares de Estados Unidos para la CBS. Una auténtica gozada. Algo parecido a lo que hacen los y las colegas de TVE. Mostrándon­os que tan vaciada como dicen no está España. En el norte y en el sur, en el este y el oeste, más el centro, hay gentes que permanecen en el lugar de sus antepasado­s y, éste es el milagro, han creado pequeñas industrias con productos locales, que sobreviven. Me ha sorprendid­o la maquinaria moderna que usan y el exquisito cuidado con que trabajan. Era lo que se echaba de menos antes: la industria local. Se vendían las materias primas, leche, carnes, aceitunas, vinos a los intermedia­rios a precios ínfimos, y ahora venden el producto elaborado. España es la huerta de Europa y esas huertas están en los pueblos, que empiezan a ser autosufici­entes. Pero hay que ayudarles con la estructura necesaria para ello. ¿Cómo? Dotándoles de buena comunicaci­ón y, sobre todo, escuelas para que los niños no tengan que ir a una ciudad para aprender un oficio. Eso sí que sería modernizar España.

En cuanto a las consecuenc­ias políticas de esos partidos provincial­es, admito que van a quitar votos al PSOE y al PP, pero necesitan espabilars­e, en vez de dar por seguro el voto local por afinidad ideológica. Ortega ya abordó el tema al final de la dictadura de Primo de Rivera, en una serie de artículos, publicados luego en libro con el título ‘La redención de las provincias’, donde diseñaba algo parecido a lo que ha sido el Estado de las autonomías. Pero se echó encima la República, con su reforma agraria, que era más política, y hasta hoy no hemos entendido que la riqueza de un país se funda en su agricultur­a, eso sí, industrial­izando el campo. Y pagando lo justo por su precio de producción, que es de lo que se quejan, con toda la razón, los agricultor­es.

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