Junts abre otra crisis con ERC por el acercamiento a los comunes
► Los de Puigdemont reclaman recuperar a la CUP ante el fin de la ‘mayoría del 52%’
La negociación de los presupuestos de la Generalitat para 2022 está dejando al descubierto la fragilidad de la mayoría independentista. El mito del 52% –el porcentaje de voto de las formaciones secesionistas obtenido en las últimas elecciones si a este bloque se suma el PDECat, que quedó fuera de la cámara– ha vuelto a saltar por los aires cuando el Ejecutivo de Pere Aragonès afronta un trance decisivo. Como ya sucedió con la mesa de diálogo con el Gobierno, o con la decisión sobre la ampliación del Aeropuerto de El Prat, el bipartito de ERC y Junts ha vuelto a demostrar que es más una comunidad de intereses que un gobierno cohesionado. Ayer, a menos de 24 horas para la celebración del pleno que debe validar la tramitación de las cuentas del próximo año, no solo no había mayoría para lograrlo sino que el partido de Puigdemont abría otra crisis interna, decolgándose del pacto y dejando al Govern seriamente tocado.
La descomposición del frente ‘indepe’ comenzó la semana pasada cuando la militancia de la CUP instó a su grupo parlamentario a presentar una enmienda a la totalidad a las cuentas, un rechazo que la dirección de la formación anticapitalista ratificó el sábado por considerar «insuficientes» las cesiones que lograron del Govern, entre estas un grupo de trabajo para estudiar la posibilidad de un nuevo referéndum esta legislatura o más impuestos. Tras el descuelgue de la CUP, la dirección de ERC ordenó priorizar las negociaciones con los comunes, y ayer por la tarde se convocaba una reunión en Palau para intentar amarrar el voto del partido de izquierda. Tras varias horas, el encuentro se cerró sin acuerdo. Los presupuestos están en el aire. Hoy a las ocho y media, reunión de urgencia del Govern para tratar de superar la nueva crisis.
«Por la puerta de atrás»
La sorpresa saltaba por la tarde, cuando se conocía que ningún representante de Junts había acudido a la reunión, un desplante grave, más teniendo en cuenta que es la consejería de Economía, en manos de Junts, la que ha elaborado las cuentas. Fue el secretario general de Junts, Jordi Sànchez, el encargado de explicar la posición, subrayando que su formación no aceptaría cambios en las cuentas «por la puerta de atrás». Junts se descolgaba.
Sànchez, asumiendo que el plazo se agota, instó a ERC a materializar un acuerdo para que los antisistema de la CUP retiren la enmienda a la totalidad y se recomponga de esta forma la mayoría independentista que sirvió en su momento para lograr la investidura de Aragonès: «Lamentamos que, a pocas horas del inicio el pleno, la mayoría independentista no pueda garantizar estos presupuestos». «Junts se ha dejado la piel» para que las cuentas salgan adelante con el apoyo del 52%, apuntó Sànchez.
En ningún caso Junts quiere aparecer
Los comunes habrían exigido el apoyo de ERC a las cuentas de Ada Colau para apoyar ellos a su vez el presupuesto catalán
como cómplice de lo que temen sea un giro a la izquierda y un intercambio de favores entre republicanos y comunes, en un momento en el que Ada Colau necesita el apoyo de los republicanos para sacar adelante su presupuesto en Barcelona. «No es una buena decisión usar la negociación de los presupuestos para buscar otros mecanismos que van más allá de los intereses del Parlament y que se pueden centrar en otras administraciones», reprochó Sànchez a los comunes en alusión a la negociación municipal y obviando que las anteriores cuentas del Govern, con Quim Torra de presidente, también salieron adelante con el apoyo de los comunes.
Más de fondo, la certeza de que el apoyo de los comunes, por no hablar del del PSC, que ayer reiteró su ofrecimiento para negociar, implican a la vez el entierro no solo simbólico de la mayoría independentista sino también la posibilidad de abrirse a nuevos escenarios políticos en los que una facción nada desdeñable de ERC se siente cómoda, como demuestra la fluida entente con el PSOE en el Congreso de los Diputados.