Todos se mojan
La lucha por el reajuste salarial en un contexto inflacionario es la más popular de las causas, así que la conflictividad crecerá
L Ainflación es como la lluvia y cuando llueve todos se mojan. Es importante tener presente esto para filtrar los argumentos que se dan sobre su naturaleza. Unos la sitúan en el envilecimiento monetario (el relato de Weimar o el más elaborado de Friedman de que «la inflación es en todo lugar y en todo momento un fenómeno monetario») o en el poder sindical (las tesis de Michal Kalecki), pero también es importante tomarlo en consideración ante la nueva fe de quienes creen que tiene bondades distributivas que hacen que su impacto no recaiga en los más pobres.
La explicación de que una elevada sindicalización produjo la espiral inflacionaria de la década de 1970 merece un comentario aparte. Si así fuera, otras causas sindicales habrían triunfado de la misma manera que lo hicieron las cláusulas de revisión salarial. Lo que ocurre es que la lucha por el reajuste salarial en un marco inflacionario es la más popular (y quizá la más justa) de las causas, precisamente porque todo el mundo quiere tener un paraguas bajo el cual protegerse.
Mi propia experiencia de hiperinflaciones en el Chile de Salvador Allende y en la Venezuela prechavista de Rafael Caldera coincide con las investigaciones de la brasileña Eliana Cardoso (1992) e indica que los pobres siempre, de una otra manera, ya sea por tener menos capacidad de generación de rentas o un menor acceso a redes empresariales, políticas o sociales, son los que sufren más con en esta situación. Así que el argumento de que la inflación podría favorecerles, por la vía de hacer viables a unos estados que pueden rescatarlos, es una tomadura de pelo. Hay mucha evidencia de que los países con más inflación tienen más conflictividad social y que los países con más desigualdad de rentas tienen una inflación más alta y no por ser antigua es menos válida que la aportada por Akerlof y otros más recientemente. La única manera de contemplar algo positivo en la inflación es añadiéndole el adjetivo ‘moderada’.
La semana pasada, Martín Wolf, el influyente columnista del ‘Financial Times’, volvía a avisar de que «los aumentos de precios que podrían ser transitorios corren el riesgo de volverse permanentes». Todo el debate está orientado a redefinir la política monetaria expansiva y de tipos negativos que tanto la Reserva Federal como el BCE llevan más de una década auspiciando. Mientras el BCE no cambie su política de tipos, esto será una fiesta para los deudores porque los pasivos se diluyen con la inflación. Esta es la solución mágica de algunos economistas para los países sobreendeudados, en vez del crecimiento. Por lo pronto, en el corto plazo, España ya da señales de que tendrá un diferencial de inflación importante con la Eurozona, lo que indica que perdemos competitividad más rápido que nuestros socios y es seguro que aumentará la conflictividad social en 2022.