La nueva generación al rescate de un patrimonio en riesgo
Jóvenes arqueólogos subacuáticos luchan por proteger e investigar la Historia que yace bajo las aguas Los expolios y el cambio climático ponen a España en la obligación de abandonar la incuria
«España, como país con un patrimonio subacuático envidiable, podría ser un referente a nivel mundial y no lo es», se lamenta Carlos de Juan, el mayor de la generación de arqueólogos subacuáticos que ahora pelea en primera línea, y con escasos medios, por proteger e investigar la Historia aún poco conocida que yace bajo las aguas españolas. Junto a colegas como Felipe Cerezo, Rut Geli, Raúl González Gallero, David Fernández Abella o Carlota Pérez Reverte, De Juan integra el batallón que, con una experiencia más que contrastada, está luchando para llevar esta disciplina al más alto nivel.
Son los herederos de pioneros como Xavier Nieto, Manuel Martín Bueno, Julio Más u Olga Vallespín, y de quienes continuaron después sus pasos, como Carmen García Rivera, Rocío Castillo, Milagros Alzaga, Juan Pinedo, Iván Negueruela o Miguel San Claudio. Profesionales a los que reclaman desde el extranjero para proyectos de investigación o que pilotan un máster en Cádiz que se ha convertido en referencia internacional, pero que aquí se topan con una falta de iniciativa política para desarrollar su trabajo.
«Tenemos toda una Historia moderna y contemporánea que está absolutamente olvidada bajo el agua y España no ha desarrollado ningún proyecto serio», se queja De Juan. Director de las investigaciones en el pecio Bou Ferrer, un gran mercante romano de la época de Nerón que se hundió frente a Villajoyosa (Alicante), este reconocido arqueólogo participa en otros proyectos en España y el extranjero e imparte clases en la Universidad de Valencia, así como en Alemania, Francia y Estados Unidos. Por su experiencia y conocimientos sobre la arquitectura naval de la antigüedad, le llaman para colaborar aquí y allá. «Desde fuera a los arqueólogos subacuáticos españoles se nos valora y dentro se nos ningunea», afirma.
«Francia es un país puntero, que está muy por delante de nosotros pese a no contar con una historia marítima equiparable a la española», añade con cierta tristeza.
«Tenemos toda una Historia moderna y contemporánea que está olvidada y España no ha desarrollado ningún proyecto serio»
«Hay profesionales y medios pero la arqueología subacuática no es una prioridad a nivel nacional»
Falta voluntad política
Para el arqueólogo subacuático gallego David Fernández Abella, sería muy interesante desde el punto de vista científico que se acometiera un gran proyecto nacional que investigara un campo de batalla naval (Trafalgar, la Armada Invencible, Lepanto...), como propone otro de sus colegas, Javier Noriega, pero duda que exista voluntad política. «Creo que hay profesionales y medios, pero la investigación arqueológica a nivel nacional no es una prioridad... o al menos no lo parece», señala. Tampoco lo es en Galicia, a juicio de este profesional vinculado a la Universidad de Santiago de Compostela, que echa en falta la existencia de un Centro de Arqueología Subacuática (CAS), como existe en otras comunidades autónomas. «Es una cuestión de lógica –subraya– porque tenemos más de la mitad de la línea de costa del territorio peninsular y hay patrimonio cultural subacuático por todos lados y de mucho interés».
Con gusto se zambulliría en el agua para investigar muchos de estos pecios, aunque Abella cree que lo más urgente es confeccionar la carta arqueológica subacuática en Galicia. Se hizo un preinventario de yacimientos en el que se recopilaron documentalmente hasta 500, pero «no llega a un centenar los que están bien geolocalizados y los trabajos hechos en profundidad sobre esos restos son pocos y puntuales». «No se apuesta por la arqueología subacuática y eso es un handicap a la hora de pensar que ese patrimonio cultural subacuático sea un recurso a todos los niveles», denuncia.
Desde Cataluña, donde sí cuentan con un centro de larga tradición y un laboratorio de conservación de materiales subacuáticos, su actual responsable, Rut Geli, opina que «faltan recursos a nivel cultural; es algo generalizado en todo el Estado».
En el Centro de Arqueología Subacuática de Cataluña (CASC) se preparan para investigar el Illes Formigues II, un barco del siglo I a. C. hundido a 46 metros de profundidad en la Costa Brava en buen estado de conservación. «Con el grado de expolio que hemos tenido en Cataluña, especialmente en la Costa Brava, es importante que actuemos ya porque es uno de los pocos que no están expoliados y podemos llegar a perderlo», remarca Geli. A Abella le ocurrió en Galicia en 2009. Para cuando obtuvieron los permisos para investigar unos restos, «no quedaba nada».
Gracias en parte a las medidas tomadas por el caso Odyssey, de nuevo de actualidad por el fracasado juicio y por la serie ‘La Fortuna’, de Alejandro Amenábar, los arqueólogos creen que la protección jurídica del patrimonio subacuático, al menos en aguas territoriales españolas, está garantizada y se combate enérgicamente por parte de la Guardia Civil o la Armada. Pero el otro expolio, el de la gente que bucea y se lleva ‘souvenirs’, sigue haciendo mella.
Luchar contra el expolio ocupa solo parte de sus preocupaciones. La tormenta Gloria y después Filomena des
taparon pecios desconocidos o de los que sólo se tenían noticias documentales. «Sorprende que haya tanto patrimonio aún por conocer, pero también generan un problema porque mientras están tapados están protegidos de los actos de expolio y de la degradación por causas naturales y ahora hay que actuar para protegerlos y documentarlos», explica la directora del CASC.
El temor por la protección del patrimonio subacuático ante estos fenómenos climatológicos es compartido en otras costas. El arqueólogo andaluz Raúl González Gallero piensa en yacimientos de la bahía de Algeciras que investiga en el Proyecto Herakles, y explica que aunque en parte el hecho de que se estén desenterrando «bastantes pecios» viene bien porque se está conociendo más patrimonio, «la Administración tiene que poner los medios para estudiar y proteger ese patrimonio que se está excavando naturalmente, que se está descarnando». Un lugar en la universidad
Si los desafíos que se presentan bajo el agua son grandes, no son menos importantes los que esta generación encara a ras de suelo. Todos tuvieron que buscarse la vida para aprender, porque en España se daba el extraño caso de que la arqueología subacuática no formaba parte de la universidad, pero sí del mundo profesional. De ahí que muchos de los que en su día coincidieron en el máster que Nieto puso en marcha en Barcelona hace quince años, estén apostando por normalizar esta especialidad en la Universidad.
«Hasta ahora la gente ha ido aprendiendo como si esto fuera un oficio de la Edad Media», comenta Felipe Cerezo. Este joven murciano de 37 años es el único profesor de Arqueología Subacuática contratado en una universidad pública española. «Es triste para nuestra disciplina, pero doctores en arqueología subacuática ahora mismo seremos siete u ocho en toda España y que estén acreditados para poder ejercer en la universidad pública solamente soy yo», dice.
El Máster en Arqueología Náutica y Subacuática de la Universidad de Cádiz, que dirige Alicia Arévalo y cuyas prácticas él coordina, está cambiando el presente y futuro de esta especialidad. Es el único que existe en España y uno de los pocos en el mundo que ofrecen una formación así. «Vienen profesores extranjeros y muchos de instituciones que se dedican al patrimonio cultural subacuático en España como el Museo de Arqueología Subacuática de Cartagena, el CASC, o el CAS de Cádiz, así como investigadores privados y tras el módulo teórico los alumnos realizan cursos prácticos de 2 o 3 inmersiones al día durante dos meses», explica Cerezo. También en Valencia, De Juan ha planteado un curso de posgrado para 2022.
Al ver que se abría en Cádiz una línea de investigación de arqueología subacuática, Carlota Pérez-Reverte fue allí a hacer su doctorado, centrado en el estudio del impacto de la difusión del patrimonio cultural subacuático tanto en la conservación del mismo como en la educación de la ciudadanía. «Creo que es importante que se creen proyectos turísticos a partir del patrimonio cultural subacuático y que se haga bien», destaca. En el marco del proyecto TIDE, estudia la creación de rutas subacuáticas y experiencias virtuales para que la gente pueda visitar un yacimiento sin poner un pie en el agua o explora la posibilidad de retransmitir audio y vídeo desde el fondo del mar a tierra a través de una boya para que pueda seguirse desde museos y centros de interpretación. «Durante mucho tiempo los arqueólogos han tenido miedo de compartir sus trabajos por temor a expolios –explica–, pero ahora esto está cambiando, se están empezando a abrir porque no se puede pedir a la gente que se preocupe por algo que no conoce. Estamos empezando a entender que nuestra responsabilidad no es solamente el retorno del conocimiento científico, sino también hablarle a la sociedad de su patrimonio para que lo valore y lo proteja».