Alonso descorcha el champán
El español, tercero en Catar, celebra su primer podio siete años después e invita a soñar con vistas al Mundial de 2022 El piloto está cumpliendo los objetivos con Alpine y espera beneficiarse del cambio de normativa del próximo año
Siete años y tres meses ha tardado Fernando Alonso en regresar a un podio de la Fórmula 1. Siete años y tres meses desde que saboreara el champán por última vez en Hungría 2014. Pero la instantánea de ayer en el cajón de Catar, junto a Lewis Hamilton y Max Verstappen, tiene mucho más valor que el tercer puesto logrado por el asturiano. La imagen refleja la hegemonía actual que reina en el Mundial, con el británico y el neerlandés, con Mercedes y Red Bull, en lo más alto. Y un renovado Alonso emergiendo, acallando críticas y soñando con un futuro muy próspero a corto plazo. Mucho más maduro y asentado, el piloto de Alpine celebró su podio 98, un verdadero triunfo logrado con su A521, que tiene unos 35 CV menos que los Mercedes y los Red Bull.
Alonso fundamentó su éxito en una excelente salida, en una gran gestión de sus neumáticos (alargó mucho el primer ‘stint’ con blandos) en una pista en la que la degradación se cobró varias víctimas con pinchazos inesperados (Bottas, Russell o Latifi) y en una acertada estrategia, decidiendo hacer una sola parada ante la eternidad que se perdía cada vez que se pasaba por boxes. No obstante, buena parte del festejo empezó a gestarse pocas horas antes de la carrera, cuando los comisarios decidieron sancionar a Verstappen con cinco puestos en la parrilla y a Bottas con tres por no haber respetado una doble bandera amarilla en los instantes finales de la Q3 del sábado. Alonso, que había marcado el quinto mejor tiempo escaló hasta la tercera posición en la salida, por detrás de Hamilton y Gasly.
De todas formas, los grandes éxitos siempre llegan abrazados del esfuerzo y, a veces, de grandes dosis de épica. Es lo que les confiere el derecho a perdurar en el recuerdo. Y el tercer puesto de Alonso no es una excepción. Su agresiva salida superando a Gasly prosiguió con una carrera a cuchillo para sostener la posición ante ‘Checo’ Pérez, que volaba con su Red Bull. «Decidle a Sebastian que defienda la posición como un león», pedía el asturiano por radio. Pero Ocon no pudo evitar el adelantamiento del mexicano. En las dos últimas vueltas, el coche de seguridad se alió con el español y abortó el ímpetu de Pérez ante la alegría de la hinchada española. «Ole, ole, ole», se emocionaba Alonso tras rebasar la meta.
Alain Prost, tetracampeón del mundo y asesor de Alpine, resumía la felicidad de la escudería y destapaba las sensaciones de Alonso. «Fernando estaba muy contento con el coche y con su agarre en pista. De hecho, el viernes ya dijo que le hubiera gustado conducir toda la noche y eso dice mucho. Todo ha salido bien y lo único que nos preocupaba es que sufriera un pinchazo. Sin el coche de seguridad hubiera sido más difícil pero esto forma parte del juego», explicaba feliz el francés.
Atrás quedaban muchas dudas de un piloto que se vio obligado a buscar alicientes en otras competiciones, como el Mundial de Resistencia o el Rally Dakar, tras sentir el sopor de una Fórmula 1 en la que no disfrutaba. La adrenalina y la emoción que sentía cuando debutó con Minardi (2001), la felicidad que alcanzó con Renault (2002-06), con el que consiguió dos Mundiales, o incluso la emoción y competitividad que vivió durante los cinco años (2010-14) que estuvo con Ferrari, se fueron diluyendo en sus cuatro años (2015-18) a las órdenes de McLaren, en los que aborreció correr en el Mundial de alta velocidad. Alonso se hastió de la falta de competitividad de la escudería británica y la imposibilidad de luchar con Ferrari, Red Bull o Mercedes. Puntuar ya era un éxito, botín demasiado exiguo para un piloto con la voracidad del asturiano.
Lejos de buscar de nuevo la ilusión, inició un viaje interno en el que se quiso demostrar que podía ser uno de los pilotos más completos de la historia. Y encontró alicientes en Le Mans, Daytona o Indianápolis. Ganó el Mundial de Resistencia en 2019 y dos veces las míticas 24 horas de Le Mans. Incluso probó la arena del desierto participando en el Dakar con un Toyota Gazoo. Pero entre carrera y carrera iba pergeñando su retorno a la F1. Estableció una hoja de ruta que denominó ‘El Plan’. Lo desveló tras la clasificación del Gran Premio de Turquía y se viralizó entre sus seguidores.
‘El Plan’ del asturiano
Ese ‘Plan’ que estableció el asturiano se está cumpliendo y no tiene otra finalidad que coronarlo de nuevo como campeón del mundo la próxima temporada. O al menos mantenerlo en la pomada aprovechando el cambio de normativa que tiene como objetivo igualar los coches. «Este podio era fundamental para ‘El Plan’», sonreía el piloto, cada vez más convencido de haber recalado en el lugar adecuado y en el momento justo.
Escogió Alpine y se tomó este año de transición, ideal para quitarse el
óxido tras dos años fuera. Alonso ha ido mejorando progresivamente, conociendo el monoplaza y tomando como punto de partida los tiempos de su compañero Sebastian Ocon, al que ya ha superado en varias carreras. De hecho, en Hungría, el pasado 1 de agosto, fue decisivo en el primer triunfo del francés de Alpine en el Mundial tras una épica carrera en la que defendió durante 11 vueltas a Hamilton, sin una sola ilegalidad, para que el galo subiera a lo más alto del cajón. Alonso fue cuarto en una carrera que, según todos los expertos, pudo ganar. Ahí, en Hungaroring, ya demostró que estaba en plenitud y que, con un coche mejor, podía luchar por volver a ser campeón del mundo. Arabia Saudí y Emiratos Árabes son las dos últimas estaciones de un Mundial que ha confirmado que Alonso está de vuelta y que la incertidumbre y las nulas referencias que hay con vistas al próximo año le confieren todas las posibilidades para volver a pelear entre los mejores.