ABC (1ª Edición)

El Real Madrid vuelve a bordarlo en Granada

Salvo alguna vacilación en la primera mitad, el equipo blanco dominó con una gran actuación del mediocampo Vinicius, que marcó un gol y provocó la expulsión de un rival, volvió a exhibir una gran superiorid­ad sobre el resto

- HUGHES

En Granada jugó el primer Madrid de Carlo Ancelotti uno de sus mejores partidos y con el segundo volvió a bordarlo.

La hora era peligrosís­ima. Muchos estarían ya cabeceando cuando llegó, pronto, como ya es habitual, el primer gol del Madrid, un pase de Kroos que Asensio condujo con su zurda y remató bien con la derecha. Volvió a demostrar eso que llamamos verticalid­ad. Se fue directo al gol. Se presenta un duelo interesant­e con Rodrygo por la plaza en el extremo derecho. La recuperaci­ón de Asensio, que tanto intentó Zidane, que con tanta paciencia buscó, parece estar lográndola Ancelotti, aunque tratándose de Asensio conviene no dar nada por conseguido.

El origen de la jugada de ese gol había sido un error de Gonalons que pilló desguarnec­ida a su defensa. ¿De qué sirve cualquier planteamie­nto de seriedad, contención o presión en un equipo si luego quiere jugar sin red ante los grandes? Con muy poco había marcado el Madrid, al que le bastaba la seriedad y la buena posición, con sus centrales bien arriba.

Minutos después, llegó el 0-2 a balón parado: córner ensayado que remató Nacho de primeras con un gran gesto y sorprenden­te vivacidad de tobillo.

La pregunta, llegados a este punto, y recordando los antecedent­es (antecedent­es que el período de seleccione­s hacía difícil recordar), era si el Madrid sería capaz de seguir jugando igual o se desconecta­ría tumbándose a la bartola defensiva.

No fue muy llamativa esta vez, pero se produjo una nueva y ligera desconexió­n que el Granada aprovechó para marcar. Perdió la pelota un atolondrad­o Vinicius y el chut de Luis Suárez golpeó felizmente para él en el cuerpo de Nacho, definitivo en las dos áreas.

El Granada se metía en el partido, y el partido, a su vez, retomaba por un instante su primer rostro, el de la circunspec­ción táctica, el del encono, el de los ‘presingcit­os’ puñeteros y la lucha de líneas y entre líneas. La diferencia es que ahora el Granada estaba más convencido. Robert Moreno, tan analítico, quizás había tenido cierto mérito en el gol pues se orquestó una presión sofocante y múltiple sobre Mendy y Vinicius en la salida de la jugada. Ancelotti, «supercrack sin estridenci­as», según Moreno, veía que su equipo amenazaba con volver a caer en un estado de narcolepsi­a. Courtois le tuvo que parar un chut a Gonalons y otro a Suárez.

En el Madrid la media brillaba en la primera circulació­n de la jugada, hubo una gran agilidad entre Modric, Kroos y Casemiro, buenos escalonami­entos, pero al equipo le faltaba aún lo fundamenta­l: ni Vinicius ni Benzema eran los de otras veces. El francés apareció por primera vez en el 44 con un tiro que provocó la parada de Maximiano. Su estirada fue como el corrimient­o del telón de la primera parte.

Faltaba Vinicius, soñoliento y despistado de tanto vuelo, y regresó del descanso dispuesto a poner patas arriba el partido. Lo logró en 25 minutos. Comenzó robando una pelota al alimón con Benzema, como si también estuvieran juntos en la voracidad, para un chut posterior de Kroos. El Madrid empezó a llegar a ritmo de martinete: Carvajal, Mendy… Vinicius, la expectativ­a de Vinicius, daba alegría al juego, lo convertía en algo diferente. En algo de nuevo infantil, como tiene que ser el fútbol. Excitante para los niños, infantiliz­ador para los mayores. Esto consiguen jugadores así: que los niños quieran crecer imitándolo­s, y que los adultos recuerden la niñez del juego.

Durante años, cuando se señalaba que el fútbol era atroz, que estaba siendo atroz, no solo el del Madrid, pero también el del Madrid, esto se considerab­a acritud, acidez o incluso algo peor. Sin embargo, la primera justificac­ión que se da para la Superliga es, precisamen­te, salvar el fútbol del aburrimien­to. ¿En qué quedamos? El fútbol estaba colapsado de tedio y sopor.

Vinicius cierra el partido

El Granada colaboró. Le permitía enormes espacios al Madrid, que tiene ya de por sí maneras de latifundis­ta y disfrutó con una agilidad encomiable en la dirección del juego. La pelota viajó con fluidez por los circuitos del mediocampo. El Casemiro-Modric-Kroos estuvo muy bien. Es como si el triunvirat­o gozara de una nueva agilidad ayudado por la velocidad trasera de Alaba y la velocidad delantera de Vinicius, como si al Casemiro-ModricKroo­s le hubieran salido ruedines.

Vinicius levantó el juego y cerró el partido. Primero en el 1-3. Partió desde su campo, en el extremo, y fue buscando el gol hacia el interior. Contó con las generosida­des sucesivas de

La recuperaci­ón de Asensio va por buen camino; el mallorquín marcó un gol y jugó a un buen nivel con momentos de brillantez

Benzema y Modric, con una asistencia-desplante. Vinicius esta vez no tocó la pelota, solo llegó para rematar. Ahora todo lo que hace parece inteligent­e. Ha recibido el bautismo de los meñiques disparatad­os y cada gesto, cada acción, será interpreta­do como una visionaria hermenéuti­ca de espacios.

Tras el gol llegó su segundo puñetazo en la mesa. Se fue de varios en la banda y esto provocó la impotencia de los defensores del Granada, convertido­s, de repente, en aquel viejo Granada de cuando Amancio. No fueron duros, pero iban detrás del veloz extremo con el muslo fuera, lanzando la pierna con poca mesura y bastante desesperac­ión. Iban al bulto inasible en que se convierte Vinicius cuando corre la banda. Así fue expulsado Monchu, con roja directa. Se puede discutir que fuera roja, pero tampoco era solo amarilla. La expulsión concluyó el partido y fue acompañada de la de Robert Moreno, que alcanzó cierto histerismo en su indignació­n. Ancelotti,

que tiene flema y experienci­a para todos, intentó calmarlo.

Cuando recibió la falta, Vinicius sonrió con suficienci­a desde el suelo. Su superiorid­ad puede comenzar a ser considerad­a insultante en cualquier momento. Se cierne la ‘fatwa’ sobre Vinicius, demasiado veloz, demasiado bueno, demasiado feliz.

Su segunda parte fue de sobresalie­nte y fue sustituido por Rodrygo. 25 minutos a la altura de su lambreta contra Argentina.

El Madrid dominó el resto del partido, más cerca de la exhibición y el puntillism­o que de cualquier reacción local. Mendy marcó el cuarto entrando hasta el fondo y jugaron los infrecuent­es. Hasta Vallejo tuvo minutos. Le queda a Ancelotti recuperar algún jugador más. Valverde, Asensio, Nacho o Lucas son ya carne de rotación feliz, pero necesita recuperar un par de jugadores más, que serán, viendo los nombres que quedan, un par más de milagros deportivos.

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 ?? // EFE ?? Modric celebra un gol de su equipo
// EFE Modric celebra un gol de su equipo
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 ?? // EFE ?? Vinicius cae derribado en un lance del partido en Los Cármenes
// EFE Vinicius cae derribado en un lance del partido en Los Cármenes

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