ABC (1ª Edición)

La Real, diezmada, pierde el liderato

∑ Elustondo, expulsado en un duro y vibrante partido que pudo ganar cualquiera

- T. G. MARTÍN

Ilusionada por luchar por lo más grande, como en la era de Arconada, López Ufarte, Satrústegu­i y Marco Antonio Boronat, esta Real Sociedad trabaja para reeditar viejos éxitos y lo persigue, al mando de Imanol, con una premisa: para ganar cosas importante­s hay que pensar con la ambición de lo máximo. Este equipo y este entrenador, que es un constructo­r de club, no solo un técnico, conquistar­on la Supercopa de España en enero y hoy se esfuerzan por aspirar al campeonato español. Con diez hombres, el equipo blanquiazu­l cedió ayer el liderato de la Liga española al Real Madrid frente a un enemigo, el Valencia, que históricam­ente juega bien en la cancha guipuzcoan­a. Y lo hizo.

Fue un partido bronco, con excesivas revolucion­es por ambos bandos y demasiadas faltas sin pitar por parte de un árbitro, Melero López, que interpretó la nueva máxima de su comité, «dejar jugar», en una permisivid­ad que dañó al espectácul­o y perjudicó a hombres con Isak, Januzak, Guedes y Hugo Duro, víctimas de faltas que no se señalaron. Foulquier, siempre al límite de la legalidad deportiva, la sobrepasó ante la pasividad del colegiado y un agarrón sobre el caliente Isak dentro del área no fue castigado como penalti porque el delantero no se tiró a la hierba, no sabemos si pecando de honestidad o de ingenuidad Acto seguido, el sueco disparó a la media vuelta con un giro de cuerpo espléndido y Cillesen detuvo el balón en la mejor ocasión de gol del partido.

Ovación a Oyarzabal

Reapareció Oyarzabal en esa segunda parte tras siete encuentros de ausencia por lesión y la ovación de los 28.000 aficionado­s que le idolatran se pusieron en pie para recibirle. Era el partido 270 del delantero en la casa donostiarr­a, en los que ha marcado 70 goles. Saltó al campo cuando más le hacía alta a Imanol, en pleno ataque de los pupilos de Bordalás, quien buscó la victoria descaradam­ente.

El duelo, rudo, vibrante, caldeado, con los dos equipos en busca del triunfo, se transformó en una sucesión de ataques y respuestas que pusieron las dos porterías en vilo. El técnico valenciani­sta quitó a Guedes y dio entrada a un punta nato, Maxi Gómez, para encontrar el gol. Los tres resultados, empate, victoria y empate, eran más posibles que nunca. Isak era peligroso en cuanto recogía el balón en la faceta ofensiva de la Real y el contragolp­e visitante silenciaba las gradas. El corazón de los espectador­es iba al mismo ritmo que el de los futbolista­s, cuya intensidad era encomiable.

La expulsión de Aritz Elustondo, al lanzar una patada a Wass tras un empujón del centrocamp­ista de Bordalás, incendió aún más el combate.

Con uno menos los locales mantuviero­n su ofensiva y e Isak, excelso, estuvo a punto de marcar en un balón colocado que se marchó fuera. Zubimendi tuvo la oportunida­d de la victoria en la penúltima. Le Normand salvó el tanto valenciano en la última. Nadie merecía perder y nadie perdió.

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// EFE Foulquier cometió un posible penalti sobre Isak en esta acción

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