Las arritmias cardiacas y el deporte
El deporte es un elemento clave en la salud cardiovascular de las personas que lo practican. Hacer ejercicio de forma regular contribuye a mantener un buen estado físico y mental, a evitar la obesidad, controlar la tensión arterial, la diabetes o los trastornos del colesterol. Sin ninguna duda, las personas que hacen ejercicio físico de forma regular están más sanas y viven más que aquellas que son sedentarias. Esto no significa que uno pueda hacer ejercicio físico de forma descontrolada y sin ninguna precaución. El ejercicio físico implica una demanda de energía y de trabajo extra para nuestro corazón y, por tanto, la preparación para un programa de ejercicio físico debe incluir una valoración del estado de nuestro corazón y el estudio de su capacidad de adaptación al esfuerzo. El corazón tiene como función principal bombear la sangre oxigenada a todo nuestro cuerpo para llevar el alimento necesario a todas las células para el buen funcionamiento del mismo. Esta bomba requiere de un sistema eléctrico para funcionar adecuadamente y al ritmo necesario en cada momento. Este sistema eléctrico está formado por un marcapaso natural que marca la frecuencia de bombeo y por un sistema de cables que transmiten esta señal a las células cardiacas. Cualquier alteración en el funcionamiento del marcapaso natural o de los cables eléctricos que transmiten la electricidad resultará en la aparición de una arritmia cardiaca. Si el sistema eléctrico funciona más despacio de lo requerido, será una bradicardia, si funciona más rápido de lo requerido en cada momento, será una taquicardia. Las arritmias pueden ser especialmente importantes en el funcionamiento del corazón durante el ejercicio físico. Cuanto más intenso sea el ejercicio físico realizado, mayor exigencia al sistema para que funcione adecuadamente.
Los deportistas tienen habitualmente una frecuencia cardiaca más baja que los sedentarios debido al entrenamiento físico al que están sometidos. Esta es una buena señal desde el punto de vista de la salud e indica un buen estado físico. Solo si la frecuencia está anormalmente baja o provoca síntomas (mareos, pérdidas de conocimiento), requiere de un estudio más detallado.
La aceleración anormal del corazón (taquicardia) puede ser debida a arritmias que se originan en las aurículas (relativamente benignas) o a arritmias que se originan en los ventrículos y que pueden ser potencialmente malignas. El estudio exhaustivo de cualquier taquicardia anormal nos dará el diagnóstico y permitirá actuar en consecuencia. La mayoría de arritmias ‘benignas’ pueden solucionarse de forma definitiva mediante las técnicas de ablación con radiofrecuencia. Cuando estamos ante una taquicardia potencialmente maligna, el tratamiento deberá adaptarse al tipo concreto de arritmia. En algunos casos podemos utilizar la misma técnica de ablación para solucionar el problema, pero en otros casos puede ser necesario el implante de unos dispositivos llamados desfibriladores que pueden regular de forma automática el ritmo cardiaco. En estos casos la arritmia podría incluso provocar la muerte súbita del individuo que la sufre si no estuviera protegido con el dispositivo.
Al deportista que se le sospecha una arritmia hay que hacerle los estudios necesarios para llegar al diagnóstico preciso del tipo de arritmia y poder iniciar el tratamiento más favorable. Durante el periodo de diagnóstico e implementación del tratamiento, la prudencia debe mantener al deportista sin realizar ejercicio físico intenso. Dependiendo del resultado final de las pruebas diagnósticas y terapéuticas realizadas, se planteará la posibilidad de reiniciar la actividad deportiva o no y en qué intensidad.
Al deportista con arritmia hay que realizarle estudios exhaustivos para iniciar el tratamiento más favorable