Federiceta
Hay que hacerle la guerra cultural a Iceta yendo al Prado los domingos
MIQUEL Iceta va y viene con sus bailes y haikus, con su volquete de chifladuras federales y el problema ya no es tanto lo que plantee –una guerra civil de lienzos entre los españoles– sino que esté más vivísima que nunca esa cuota del PSC que sólo existe por y para sojuzgar a España. La presencia de Iceta en un museo tiene algo de aberración; casi de pecado mortal porque Iceta, más que de museos, es hombre de acción: concretamente de la acción de romper España con el rollo del federalismo y seguir pasando el cazo, que es actividad que a Iceta se le da fetén desde que en Las Ramblas crecía la yerba.
Y es que ‘Iceta’ y ‘Cultura’ no son combinables desde el principio, y esto de vaciar El Prado o el Arqueológico, si bien se ha medio frenado, es la muestra del peligro que tiene aquí el amigo Miquel. Porque desde antes de que el arriba firmante llegara a este Valle de Lágrimas, ya andaba –Iceta digo– con sus oficios plurales en el PSC, donde mangoneaba lo infinito con olvido consciente de los pijoapartes de aquella Cataluña que nos dijeron socialista de extrarradio. A Iceta había que traerlo a esta columna de lunes, porque su nulidad en el ministerio no queda ensombrecida –qué narices– por haber sido el autor intelectual de los indultos a los golpistas de Lledoners: algo por lo que el Estado de derecho le tiene que estar agradecido y hacerle un busto como el de ‘La Dama de Elche’.
Iceta siempre tiene algo oscuro que sacarse en un ministerio que siempre fue una balsa de aceite. Ahí queda la ‘morterada’ de dinero público para recordar a Joan Fuster, inventor de esa estupidez de ‘Los Países Catalanes’ que tanto revienta en Orihuela.
Compárese la ‘perra’ del ministro por federalizar museos con la última voluntad de Salvador Dalí de donar su legado al Estado español, y todo pese a las trapacerías de Pujol –en el lecho de muerte del artista– para que la Generalitat se quedara con la obra del genio de Figueras. Qué gran servicio nos hizo Dalí en perspectiva. De momento, hay que hacerle la guerra cultural a Iceta yendo al Prado los domingos.