Todos vaciados
Ahora, que si España está vacía o vaciada, y que está al venir la rebelión de los ausentes, de los muditos del ruralismo y de las víctimas del abandono. Hasta la semántica se ha embrutecido con la ideología, porque todo esto desprende el intenso olor a una selectiva izquierda de provincias camuflada para el necesario ajuste de escaños que pueda necesitar el PSOE. Pero es que esta ni siquiera es la España del marketing neorrural para hacer sentir culpables a los urbanitas de circunvalación y minihamburguesas. Es la España del eufemismo la que nos golpea el hígado. Las retenciones salariales son mecanismos de equidad intergeneracional. No hay recortes salvajes, que eso era de Rajoy, sino leves ajustes al servicio del bien común. Los impuestos no suben, se armonizan, y ya no hay pobreza energética, sino escudos sociales.
La única transición que no dinamitan es la ecológica, y nunca hay crisis ni recesión. Solo desaceleraciones. Vivimos un enfriamiento, como si fuese una DANA inflacionista para la que bastan un edredoncito y un echarpe. Nada decrece, solo hay crecimientos negativos, y el rescate es un plan de resiliencia. Los hombres de negro son supervisores, lo incoherente es solo transversal, los peajes son sistemas de tarificación, y los toques de queda, restricciones a la movilidad nocturna. Los hachazos de luz, gas y combustibles son el puzle energético, y ya no entregamos a inmigrantes en caliente. Lo progresista es practicar devoluciones preventivas de migrantes. Y si alguien discrepa, ultraderechista.
Lo vacío y rural es vaciado, mucho más ‘cool’, dónde va a parar. Ya no hay contagios, sino tasas de positividad, y el VAR es la moviola del fútbol de toda la vida, en blanco y negro, con la R en la tele gorda, y arriba a la derecha. En Cataluña aprobaron una ley de transitoriedad solo por no llamarla de transición, no fuera que se les confundiera con demócratas. Y en lo laboral solo hay herramientas de igualdad redistributiva. Quedan las inefables ventanas de oportunidad (juro que lo usaré más), la indexación social de la sexualidad, el lenguaje no binario en la traducción audiovisual, la homotextualidad y la dinamicidad terminológica en redes sociales. Y para los muy cafeteros, lo inclusivo, que le cabe todo, como cuando pluralizas para criminalizar. Las derechas, así, como llenándote la boca con desprecio. Las derechas. Y las violencias vicarias. ¡Bah! Monsergas para palparnos los dídimos. Pero van ganando.