«No hay que ser pasivos ante una ruptura, sino parte de la solución»
∑ El director de cine Juan Manuel Cotelo apuesta en su último filme por la unión familiar
El próximo 3 de diciembre se estrena en la gran pantalla «Tengamos la fiesta en paz», una comedia musical de la productora y distribuidora Infinito+1 que a nadie le será indiferente. ¿La razón? Su guion está lleno de sentido y sensibilidad y es capaz de conseguir que el espectador, ya sea adulto o niño, se identifique con muchas de las escenas que contemplará desde su asiento. Y, es que Juan Manuel Cotelo, director de cine, guionista, productor y actor en este filme, ha querido con esta trama apostar de lleno por la unidad familiar plasmando, desde el primer momento, diálogos que suceden cada día en muchos hogares.
La historia presenta a tres hermanos pequeños muy hartos de que sus padres hablen cada vez menos y griten más en un tira y afloja cargado de reproches y resentimientos. No quieren que se divorcien y, a pesar de su corta edad, los tres hacen piña y diseñan un ambicioso y meticuloso plan para dejar a sus padres encerrados en una casa de campo durante unos días hasta que solucionen sus problemas. Eso sí, sin teléfono móvil, ni ordenador. Todo un reto para que vuelvan a mirarse a los ojos, comunicarse, escucharse y amarse en aras de recuperar la paz familiar.
«Nuestro primer objetivo –matiza a ABC Juan Manuel Cotelo– es que la película le guste al espectador, que se lo pase bien, se emocione... Pero también aspiramos a algo más: invitamos a amarse más en la familia, a cambiar actitudes en casa, a saber qué hacer y qué no para conseguir una mejor convivencia. Es decir, con esta película tratamos de no ser meros espectadores pasivos ante las rupturas familiares, sino parte de la solución».
Asegura que en nuestra sociedad cuando se habla de familia muchos dan por hecho que es una batalla perdida, «pero yo quiero romper una lanza porque no todo está perdido. Hay muchos matrimonios que siguen unidos tras mucho tiempo, pero eso no es noticia. Ninguna pareja se junta ni se casa pensando en que se va a separar; todos queremos tener a nuestra familia unida. Pero, eso sí, es una tarea. Y no es fácil: hay que morderse la lengua en muchas ocasiones, pedirse perdón... Amor y sacrificio son sinónimos».
Añade que hay muchas relaciones de jóvenes que no duran nada, «en cuanto discuten una vez se separan. No se dan cuenta de que todo lo que vale la pena cuesta un esfuerzo. Es bueno ponerles el símil de un deportista de élite cuando gana una medalla. Sin esfuerzo por aquello que quiere lograr, no hay recompensa. Con el amor pasa lo mismo», confiesa.
Además, considera que la generación de los abuelos es muy sabia; «tienen un valor enorme que se desprecia en nuestra sociedad. Ellos son los que nos enseñan que «quien algo quiere, algo le cuesta» y muchas otras cosas que han hecho que sus matrimonios duren en el tiempo. ¿Qué pasa que ellos no se peleaban? Pues claro que sí –apunta–, pero han sabido gestionarlo».