ABC (1ª Edición)

Estíbaliz Uranga «Querría tener a Sergio a mi lado para achucharlo»

La gran voz que integra El Consorcio charla con ABC sobre la ausencia de su marido y la gira en la que se embarca

- GEMA CONTY

Aunque su camino ya estaba escrito para brillar en el mundo de la música al haber nacido en la talentosa familia Uranga Amézaga (de nueve hermanos, ocho tienen voces prodigiosa­s), a Estíbaliz no le hubiera importado hacer carrera en la moda de no haber tenido la suerte de convertirs­e en la dama de la canción que es hoy. «Desde pequeña trabajaba en casa en el taller de costura. Se me da bastante bien y, de hecho, la mayoría de la ropa que utilizo para escena me la hago yo», cuenta en una entrevista con ABC. Menos mal que el mundo le dio la oportunida­d de explotar su faceta como artista porque se hubiera perdido una de las grandes voces de este país. Lleva 53 años subida a los escenarios. Se podría decir que toda una vida, como el título de la nueva gira que acaba de comenzar en el Teatro Nuevo Alcalá de Madrid con El Consorcio, el grupo que conforma desde 1993 junto a sus hermanos

Amaya e Iñaki, y Carlos Zubiaga. «Llevaremos nuestras canciones más legendaria­s, las que el público espera escuchar y una de Juan Carlos Calderón que hizo antes de fallecer», dice sobre esta esperada gira que ilusiona a Estíbaliz tanto o más que cualquier otra. «El otro día les estaba diciendo a mis compañeros que es un milagro llevar tanto tiempo encima del escenario. Mi espíritu y mi sentimient­o no han cambiado, al contrario, ha mejorado de cuando era joven», admite. Para ella el trabajo es «no dormir bien, estar cansado o pasar cuatro horas en el coche para poder cantar» mientras que «el premio es estar sobre el escenario y que te aplaudan». Aguantarán sobre ellos «hasta que el público así lo decida o hasta que las fuerzas no acompañen», pero por el momento hay grupo para rato. Aunque los años pasan: «Cada uno tenemos lo nuestro ya. A mí me acaban de operar y he pasado cuatro semanas que creía que me moría, pero ya está».

Tampoco su público es el de siempre: «Hay actuacione­s en las que la mayoría de gente que ves son de nuestra edad, y otros días que tienes público más joven. Te sorprendes pero creo que nuestro repertorio tiene la suficiente valía para que le gusten más que a la gente que nos conoció desde jóvenes. Como elemento musical son muy válidas ahora y por mucho tiempo».

Ausencia

Lo que no cambia es lo mucho que echa de menos a Sergio Blanco, su marido y quinto integrante de este grupo que falleció en 2015. «Aquello que te dicen de que el tiempo lo cura todo está muy bien, pero yo lo que tendría ganas es de tenerlo a mi lado para achucharlo, besarlo y quererlo. Lo echo muchísimo de menos. Ha sido lo mejor que he hecho en mi vida junto con mis hijas porque era un ser especial», confiesa con nostalgia sobre los recuerdos vividos a su lado. Le llamó la atención nada más conocerle en unas clases de inglés, aunque no fue hasta años después cuando la afinidad que sintieron entre ensayo y ensayo les unió en matrimonio. Fruto de ese bonito amor que vivieron nacieron sus dos hijas: Allende y María. Esta última sacó el talento musical de sus padres y ha formado su propio grupo, Mäbu. Muy cerca de ella vivió el confinamie­nto Uranga, en su casita de Colmenar Viejo de Madrid. No lo pasó especialme­nte mal, pero afirma que todos hemos salido trastocado­s psicológic­amente: «Creo que nos ha dejado a todos tocados del ala». Menos mal que siempre puede contar con sus hijas y con la música. Su bálsamo.

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// GTRES Sergio y Estíbaliz, en un concierto. Bajo estas líneas, Carlos Zubiaga, Estíbaliz, Amaya e Iñaki Uranga

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