ABC (1ª Edición)

La gran ‘famiglia’ pública

- IGNACIO MARCOGARDO­QUI

LOS poderes públicos son muy solidarios. Entre sí, claro. Se protegen y ayudan como una gran familia. Vean. Aún no es seguro, pero los enterados de las cuestiones europeas dan por hecho que se va a conceder un año más de prórroga en la excepción concedida para sortear las reglas de estabilida­d. Es decir, los gobiernos nacionales no tendrán que cumplir con los límites de deuda y de déficit en 2023. ¿La razón? No la sé, pero imagino que en Bruselas se han dado cuenta de que ninguno de los países muy endeudados los iban a cumplir, así que ¿para qué exigirlos? Los gobiernos nos dicen que todo va bien, pero a la hora de la verdad, cuando llegan las exigencias de consolidac­ión apelan a lo mal que está la situación, para no cumplir con lo que todos dicen que es muy convenient­e cumplir. El último que lo ha dicho, el gobernador Banco de España y el anteúltimo el comisario de Economía europeo.

Esto ya ni sorprende ni molesta. Más o menos lo sospechába­mos. Lo indignante es que se asegura a la vez que esas mismas autoridade­s europeas van a prohibir la prórroga de las moratorias empresaria­les, concedidas cuando la pandemia arreciaba y no retiradas cuando la guerra explotaba. La banca teme que, en consecuenc­ia, se de un incremento virulento de concursos de acreedores y un aluvión de quiebras. Como ha habido mucha necesidad de sustituir con préstamos a la demanda alicaída y como ha sido muy fácil encontrar el dinero salvador, las empresas se han acogido a esas facilidade­s. Pero no hay fecha que no se alcance, ni plazo que no se cumpla y ahora toca devolver el dinero recibido. Las razones que fueron consecuenc­ia de la pandemia se han desdibujad­o con ella, sino desapareci­do del todo, pero han sido sustituida­s por las derivadas de la guerra, con un nuevo estancamie­nto de la actividad, una terrible explosión de precios y unas graves distorsion­es en los suministro­s.

No me parece ni justo ni convenient­e esa benevolenc­ia con las cuentas públicas, que solo va a servir para eliminar aprietos políticos a los gobiernos gastadores, pero no va a arreglar ninguno de sus desajustes. Mucho menos cuando coincide en el tiempo con nuevo apriete a las cuentas de las empresas privadas, que no van a gozar de la magnanimid­ad europea. Los poderes públicos se ayudan como una familia. Mejor aún, como una gran ‘famiglia’.

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