Operación Cisne JESÚS LILLO
El máximo responsable del INE abandona su cargo tras las críticas del Gobierno a su ortodoxia contable
Juan Rodríguez Poo Presidente del Instituto Nacional de Estadística
En abril de 2012, Eurostat dictaminó que las últimas cuentas de José Luis Rodríguez Zapatero estaban bastante mal hechas y que el déficit de España se había disparado hasta el 8,5 por ciento del PIB en el ejercicio anterior, cifra que la oficina comunitaria elevó luego hasta el 9,4 por ciento, muy por encima de lo declarado por el entonces presidente del Gobierno antes de ceder los trastos a Mariano Rajoy. «Nosotros le dimos los datos de los que disponíamos en ese momento», se exculpó Zapatero unos años más tarde. Aquel desliz contable –sustanciado en decenas de miles de millones y traducido en el hachazo fiscal de Montoro– se habría evitado, al menos ante la opinión pública que vota y decide, con un reajuste de la metodología del Instituto Nacional de Estadística, cuyas cifras revisa Eurostat a toro pasado y cuando el negacionismo doméstico no tiene vuelta electoral de hoja. Jugar con la estadística es hacerlo con fuego: el humo se ve desde Bruselas, centro de negocios y hojas de cálculo. Hace meses que el Gobierno insiste en la necesidad de superar los parámetros y la ortodoxia del PIB para desdibujar la realidad económica en función de variables alternativas y a ojo de mal cubero. El director del INE se va antes de que le hagan las cuentas y deja vía libre para que se concrete la ‘operación Cisne’, que resulta de reemplazar la estadística por la combinatoria y de fusionar las siglas del CIS de Tezanos con las del INE. «Cisne cuello negro, cisne cuello blanco, lo importante es que cace ranas».