Subir el precio reduce más el tabaquismo que las advertencias en las cajetillas
► Desde 2010 se reguló la obligación de que los paquetes incluyan imágenes disuasorias
El tabaco es responsable de una de cada diez muertes en el mundo, y la segunda causa principal de mortalidad a nivel global, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). En nuestro país, la Sociedad Española de Cardiología calcula que el mal hábito causa más de 53.000 muertes anuales en la población de 35 o más años (el 12,9% de la mortalidad total). Entre las medidas para prevenir el tabaquismo, además de subir su precio y crear espacios sin humo, una de las que más aceptación tienen es el etiquetado con pictogramas o imágenes que advierten de los riesgos que entraña fumar. Pero, «si hubiera que tomar una sola, el aumento del precio sería la medida estrella. En Francia, cuando la cajetilla subió de 5 a 8 euros (ahora cuesta 10), un millón de franceses dejaron de fumar», explica Andrés Zamorano, vicepresidente del Comité Nacional de Prevención del Tabaquismo (CNPT).
En la Unión Europea, desde mayo de 2016 la Directiva 2014/40 impone a las cajetillas combinar advertencias sanitarias que consisten en una imagen, un texto e información sobre los servicios disponibles para dejar de fumar, y que cubran el 65% de la superficie del paquete. En España, desde 2003, las cajetillas deben incluir mensajes disuasorios, pero hasta 2010 no se reguló explícitamente la «obligación de incorporar de forma visible advertencias en forma de fotografías e ilustraciones de los riesgos y efectos nocivos que tiene en la salud». Por aquel entonces se estipularon también los contenidos máximos de nicotina, alquitrán y monóxido de carbono de los cigarrillos.
Imágenes más grandes
Un estudio publicado en 2020 en la revista ‘European Journal of Public Health’ elaborado con 6.000 adultos fumadores de Alemania, Grecia, Hungría, Polonia, Rumanía y España encontró que la efectividad de las etiquetas de advertencia aumentó con el tiempo en términos de prominencia, mientras que las reacciones cognitivas y conductuales no mostraron variaciones. La eficacia de la etiqueta fue mayor entre las mujeres, en concreto entre las de más estudios y menos adicción. Pese a que los investigadores no hallaron una incidencia notable en la conducta, reconocieron que los avisos tienen más impacto si están apoyados por imágenes grandes. Los textos pequeños causan menos reacción.
Un metaanálisis de las publicaciones científicas (2011) concluyó que los mensajes de las cajetillas se convirtieron en un importante medio de comunicar los riesgos del consumo de tabaco entre los consumidores. Estos están expuestos unas 7.000 veces al año a ellos. De dicho estudio se desprende también que, a excepción de la televisión, el paquete es el principal método de recibir información sobre los peligros de fumar.
Sin embargo, aunque los fumadores más jóvenes han descendido en países como Canadá (el primero en imponer las fotografías en 2001), esto no es atribuible específicamente a las advertencias. Para los autores, a pesar de que no es posible cuantificar el impacto en la salud, las imágenes, a menudo desagradables, sí pueden promover la cesación y desalentar también la iniciación.