Falso progresismo
En el fondo siguen pensando lo mismo que los viejos comunistas, no han cambiado nada
EL progresismo es la palabra de moda, del calor de verano, de La Moncloa de mitineros, nostálgicos de cuando el cielo podía asaltarse. La palabra de una élite caprichosa que no tiene ni idea de lo que es luchar por nada, que no sabe cómo funciona una empresa ni hacer una nómina y dice que España va como un tiro. Del socialismo de tarde de melancolía revolucionaria, de élites contra el tiburón de la Banca y el toro de España. Afortunadamente, desde la tribuna del Congreso ni siquiera hacen valer sus ideales. Digamos más: son falsos profetas que viven de ideales que no son capaces de representar.
A Sánchez y esa basca de impresión que gobierna cuesta un poco explicárselo, que están fraguando un progresismo acomplejado, de esos que señalan al que tiene más que usted. Desprecian el capitalismo, la innovación, incluso cuando se benefician de las ideas y del progreso. Al margen de sus sofismas dialécticos, cómo coños va a ser esta gente progresista. Son la oveja roja y descarriada que nos tenemos que echar al hombro, están más cerca de Marx y de Laclau que del progreso. Unos hermanos separados, ya digo, de los demás, que han cambiado el Estado del bienestar por el del malestar. No digo en qué medida Sánchez es culpable de su fracaso, pero se ha puesto a fabricar un reloj soviético que cuanto más avanza la hora electoral más marca la de su caída. La cosa económica va mal, por eso andan obsesionados con una representación de la vida española que está hecha de poderes ocultos, de francmasonería, tiburones, puretas… Son los monstruos que produce la pérdida del contacto con la realidad, porque hasta cuando la economía hace pum ellos no se vienen abajo. Parecen sostenidos por la densidad del pueblo, pero solo les sostiene la burbuja de La Moncloa. Afuera ya nadie cree en esas medidas populistas, y ya no hay ni entusiasmo ni leches.
Los sueños del PSOE están poblados de monstruos mitológicos cuyos nombres son Finanza, Industria, Bolsa, Banca… Estos tiburones merodean las playas soleadas de la imaginación socialista, a unos les han comido una pierna, a otros una etiqueta o una metáfora. Sánchez elige al monstruo y luego le da un papel, como buen representante de la baja política, o sea la populista. Se lo han dicho los del ‘Financial Times’ a la cara. Necesitamos políticos liberales aunque de momento solo tenemos a estos, que dan cuerda al reloj soviético, suben los impuestos y aumentan las subvenciones a fondo perdido y demás filantropías presupuestarias en beneficio de avisados.
Cocinan la redistribución como una lubina a dos salsas y tienen a media España sin poder enchufar el aire acondicionado. Se han apropiado de nuestra cartera de una manera discreta, como discretos académicos que dan lecciones sobre el progresismo y sobre un mundo de lisiados, comidos, devorados. En el fondo siguen pensando lo mismo que los viejos comunistas, no han cambiado nada, solo se han adaptado y ahora se hacen llamar progresistas, en fin, y otras bobadas, para no llamarse aves de rapiña.