«Tras esta ley están las tesis radicales del separatismo»
Juan José Laborda Senador constituyente del PSOE y expresidente del Senado ∑ Califica de «enorme error» construir una memoria oficial sesgada, «sin tener en cuenta la historia»
En la ley de Memoria Democrática asoman «las tesis radicales del separatismo», censura Juan José Laborda en declaraciones a ABC. Lamenta que esos postulados hayan logrado bañar esta ley en contra de la realidad histórica, gracias a los pactos trabados entre el PSOE, Podemos y fuerzas independentistas, entre las que se cuenta Bildu, la heredera política de ETA. La de Juan José Laborda es una voz especialmente cualificada respecto a la pretendida ‘memoria democrática’ de estas izquierdas: además de ser Doctor en Historia, a su hondo perfil académico se une el haber sido testigo directo y actor político en la Transición. Militante del PSOE desde 1974, fue uno de los senadores constituyentes. Obtuvo escaño por Burgos en las primeras elecciones democráticas tras la dictadura, en 1977, y lo revalidó sucesivamente hasta 2004. Fue presidente del Senado de noviembre de 1989 a marzo de 1996, y en la actualidad es miembro del Consejo de Estado.
Laborda advierte, de entrada, que «es un enorme error intentar hacer memoria sin tener en cuenta la historia». Y lamenta que eso es justo lo que destila este proyecto de ley que ya ha sido votado en el Congreso y que encara el trámite del Senado para su promulgación y entrada en vigor.
Considera Laborda que, fruto de esos pactos entre el PSOE, Podemos y los nacionalistas, el independentismo «ha conseguido algo así como su programa máximo: señalar que la Transición fue solo obra de los antifranquistas e ignorar lo que fue realmente, un encuentro en clave europea, no en clave republicana, entre los antifranquistas y los que procedían del régimen de la dictadura». Es decir, enterrar en la ley de Memoria «aquel decisivo consenso que fue el milagro de la Transición».
Además, al extender hasta 1983 la sombra del franquismo, «se da cobertura a la reiterada tontería que han sostenido con fervor los pontífices del nacionalismo radical: pretender hacer ver que España no era una auténtica democracia, tesis a la que se sumó Podemos». Por esta vía, la ley de Memoria sirve «a los separatismos», según Laborda.
Subraya también otra «curiosa contradicción»: esta nueva ley pone en tela de juicio la democracia asentada por la Transición «y, sin embargo, no incorpora en su relato ninguna referencia al hecho mucho más trágico y potente de los cerca de 900 muertos de ETA y sus atrocidades; es curioso que no se hable del terrorismo, pero se cuestione la democracia hasta 1983».
Entre «los errores históricos de bulto» que incorpora el texto, Laborda critica también que se incluya como «víctimas» a «las comunidades, las lenguas y las culturas vasca, catalana y gallega». Repara Juan José Laborda en que, más allá de la incongruencia teórica de considerar víctima a un ente, el relato es en sí mismo inexacto, porque olvida datos tan relevantes como que en pleno franquismo, en 1958, «Antonio Tovar, amigo de Dionisio Ridruejo, desde su puesto de rector de Salamanca creó la primera cátedra de Lengua Vasca de la historia, y al frente de ella situó al nacionalista vasco Koldo Mitxelena». En contra de lo que destila el relato de la ley de Memoria, Laborda advierte: «España, como cultura, no es responsable de la persecución de la cultura vasca. Hubo, cosa bien distinta, represores concretos y víctimas concretas, algunas de las cuales hablaban vasco».
Este historiador y expresidente del Senado insiste en que esta ley debería haber sido consensuada por los grandes partidos, en vez de convertirse en objeto de enfrentamiento y romper con el espíritu y el gran logro de la Transición.
«Es curioso que no se hable del terrorismo, pero se cuestione la democracia hasta 1983»