Arden los campus universitarios en Grecia
Antisistemas, anarquistas violentos y traficantes de drogas protagonizan desde hace meses graves incidentes en varias universidades de Atenas y Tesalónica. Las autoridades no son capaces de poner coto a la situación
Una sangrienta pelea con pistolas de por medio tuvo lugar en la noche del 10 de julio dentro del campus de la Universidad Aristóteles de Tesalónica. Pelea en la que estuvieron involucradas más de 30 personas, con tiroteos y un herido, un joven de 23 años de origen georgiano aunque con documentos griegos que se recupera en el hospital vigilado por la Policía. Se ha dado a conocer que tiene antecedentes penales relacionados con el trapicheo de drogas.
Ha sido una muestra más de la violencia y las actividades ilegales (generalmente relacionadas con robos y ventas prohibidas, drogas o sexo) que ocurren desde hace semanas en varios campus griegos en Atenas y Tesalónica, generalmente por la noche. «Esta escena no ha tenido nada que ver con la universidad, ha sido un ajuste de cuentas entre extranjeros», afirmó la ministra de Educación, Niki Keraméos. Entre los protagonistas de este incidente había muchos africanos y ciudadanos procedentes de la antigua URSS, que son quienes venden droga a los estudiantes.
Batalla campal
En este campus de la segunda ciudad de Grecia suceden a diario incidentes violentos e ilegales. Pero también otras cosas: las autoridades universitarias decidieron recuperar un espacio en sus instalaciones, la denominada Peña (en griego ‘stéki’) de Biológicas en la Facultad de Ciencias que había sido ‘okupada’ durante 34 años por antisistemas y anarquistas, lugar donde incluso preparaban cócteles molotov y almacenaban piedras y palos para utilizar en las manifestaciones. Se organizó una operación en secreto el 31 de diciembre pasado para limpiar el local y poder transformarlo en biblioteca, algo que fue aplaudido por el Gobierno, la mayoría de los profesores y estudiantes y por la opinión pública griega, opuestos a este tipo de anarquía.
Pero hubo muchas protestas: cuando comenzaron las obras apareció un grupo de jóvenes encapuchados y vestidos de negro para impedir que se vaciara el amplio local. Llegaron los antidisturbios de la Policía, a quienes recurrieron las autoridades universitarias, y hubo una batalla campal. Y cuando terminó la primera fase de la biblioteca, unas 70 personas derribaron paredes, rompieron las ventanas y destrozaron todo lo que había nuevo en la madrugada del 9 de mayo.
Problemas para el rector
Nikos Papaioanu, el rector de esta universidad –que cuenta con 11 facultades y un total de 40 departamentos– denunció que se trataba de un acto organizado que destroza un proyecto financiado por el Estado, aprobado por unanimidad por el claustro de la universidad. Y cumplió con la ley vigente que establece que cuando se comete un hecho delictivo interviene la Policía. Ironías de la vida: Papaioanou había sido elegido rector bajo el lema de «seguridad para la comunidad universitaria e innovación». Lucha a diario junto con sus profesores para mantener la seguridad de sus auténticos estudiantes, de su personal docente y de las instalaciones.
Vanguelis, un estudiante de doctorado, confirma a ABC que al estar la universidad en el centro de la ciudad y con insuficiente vigilancia, entra quien quiere a la hora que quiere. «Cadáveres, coches robados, drogadictos, prostitutas, alguna chica violada … te puedes encontrar de todo». Recuerda que las asociaciones de estudiantes han tenido hasta ahora mucho poder y poco se ha hecho contra los grupos de anarquistas y antisistemas griegos y extranjeros que encuentran en el campus un hábitat ideal para sus fechorías.
Hasta ahora, el asilo universitario sigue siendo algo sagrado para muchos estudiantes y docentes, en parte por el recuerdo de los tan
ques de la Junta Militar que entraron en la Universidad Politécnica de Atenas el 17 de noviembre de 1975, comenzando una revuelta que se saldó con casi cuarenta muertos pero que inició la caída de la dictadura. En los últimos años, la Policía solo puede entrar en campus y edificios universitarios si sus autoridades lo solicitan. Grupos de profesores y estudiantes argumentan que la presencia de la Policía es contraria a la libertad de expresión.
Robos en aulas
Otros, hartos de los constantes daños materiales y robos en sus anfiteatros, aulas y laboratorios, de las amenazas físicas al personal docente, incendio de sus coches, falta de seguridad y demás miserias, piden que se vigilen los campus, se controlen las entradas y se expulse a los eternos estudiantes que llevan más de diez años inscritos sin terminar sus carreras.
Se aprobó una reforma con amplio consenso hace años que, con los radicales, se abandonó. Ahora los conservadores han sacado adelante –con su mayoría– una nueva hace meses, incluyendo la presencia de un tipo de Policía universitaria, que aún no se ha aplicado.
Parece que esta nueva Policía será una realidad en las universidades más conflictivas el próximo otoño: la de Atenas –en su campus de Zoográfu, en un barrio de las afueras de la capital–, y la de Tesalónica serán las primeras. «Recorrer el campus de mi facultad al atardecer es terrorífico. No está iluminado, el edificio está aislado, nadie se siente seguro». Lo dice Sofía, en tercero de Filosofía y Letras en Atenas. Denuncia que hay trapicheo, hasta chicas molestadas por desconocidos, pero que la solución no es una Policía universitaria: «Traerá consigo más control y caos, pero no seguridad. Debería haber mejor iluminación y personal de la propia universidad que se ocupara de su campus y que cada centro decidiera cómo mejorar la situación».
Porque salvo en Atenas (incluyendo la Universidad Pándio, la Politécnica y la de Económicas ASOE) y Tesalónica, en el resto de los campus reina la calma y un orden razonable.
Una nueva Policía universitaria podría ser una realidad el próximo otoño, aunque los estudiantes no ven nada clara esta solución