Mi Melissa
‘El idiota favorito de Dios’ tiene una buena premisa, pero no cuaja en su desarrollo
Paul Thomas Anderson es el marido de Maya Rudolph y Ben Falcone, el marido de Melissa McCarthy. El primero es un director reconocidísimo. El segundo, no. Las dos actrices son las más graciosas de la televisión y el cine americano. Si hay una película o una serie de ellas, la veo. Ya sea buena, como ‘La boda de mi mejor amiga’ (con ambas) o algo menos potente, pero con un título insuperable en español, ‘¿Quién está matando a los moñecos?’ (también salen las dos, aunque la protagonice Melissa McCarthy).
A Melissa la descubrí en ‘Las chicas Gilmore’ como la cocinera del hotel que regentaba Lorelai. Lo último de ella que he visto es ‘El idiota favorito de Dios’ (Netflix), creación de Ben Falcone y con ambos de protagonistas. Clark (Falcone) se convierte en el mensajero de Dios y en el encargado de salvar el mundo. Lo primero que experimenta es que se ilumina como un gusiluz. Tanto Dios como Satán son mujeres. Una señora mayor y gorda, Dios; una buenorra rubia, Satán. Melissa McCarthy y otros son compañeros del mensajero en una empresa de soporte técnico. Desde que es iluminado se olvidan de su trabajo. Como los compañeros de la periodista en ‘¿Quién es Anna?’, que no hacen otra cosa que investigar para ella.
‘El idiota favorito de Dios’ tiene una premisa estupenda, pero un desarrollo defectuoso. Ni siquiera ayuda ser una fan loca de Melissa McCarthy. Y me dirán que para qué les hablo de una serie de la que no tenían ni idea de que existía para decir que no es buena. Tienen razón, es una variedad del periodismo de Chesterton, que, ya saben, consiste en decir «Lord Jones ha muerto» a gente que no sabía que Lord Jones estaba vivo.
Más allá de algún golpe gracioso y de la persona espantosa pero divertida que al principio es Melissa McCarthy, lo mejor ha sido ver a Yanic Truesdale (el insoportable recepcionista de ‘Las chicas Gilmore’).
Aquí es Chamuel, un arcángel. Se reúne 15 años después, retocadito como Sergi Ferre, con Melissa McCarthy. Esto es una mata que no ha echado. Pero con McCarthy me pasa como a aquel con Curro Romero: «La próxima vez va a venir a verte tu madre… Y yo».