El mejor embajador de todos los tiempos coleccionaba orinales (y era mirobrigense)
∑Pepe Pesetos tuvo un sueño, y ese sueño es hoy uno de los lugares más curiosos de este país: el museo del Orinal
Es fácil despistarse de lo importante en Ciudad Rodrigo. Hay una muralla y un castillo y una catedral, y embelesado por esta arquitectura, que es historia hecha piedra, uno puede gastar el día sin reparar en una humilde puerta, justo enfrente del templo, en la que cuelga un prometedor cartel. Es pequeño pero amarillo, y dice así: «Exposición de orinales única en España. Pasen… se sorprenderán».
Sí, también la publicidad es fácil.
Dentro nos espera Beatriz Jorge, concejala de Cultura y orgullosa anfitriona del lugar. Ella sonríe. Está rodeada de dompedros, que son orinales camuflados en el mobiliario doméstico, una suerte de butacas que colarían en cualquier salón y en las que se podía evacuar a gusto, contando siempre con la inestimable colaboración del servicio, que limpiaba la fiesta: estamos ante un invento burgués muy popular a mediados del XIX, que tenía como máxima esconder la mierda, ese empeño tan civilizatorio, tan humano, tan del progreso. El Museo del Orinal de Ciudad Rodrigo es así, un espacio para recorrer la historia y la sociología y la biología de nuestra especie que muestra sus tesoros ya desde el recibidor.
La primera pregunta, claro, es por qué, aunque la respuesta es más bien un por quién. Y de este modo empieza el relato, como empiezan los mitos: «José María del Arco, conocido popularmente como Pepe Pesetos, tuvo una inquietud muy singular, entre otras muchas, porque era una persona bastante curiosa, que era coleccionar orinales. A la gente le da por los sellos, por las monedas, que tienen un fácil almacenamiento, pero los orinales son otra historia...».
A lo largo de su vida, este hombre, de proporciones legendarias (falleció repentinamente en 2013 de un infarto) juntó más de mil trescientos orinales, venidos de veintisie