ABC (1ª Edición)

Recorrer el mundo con el portátil a cuestas

El teletratra­bajo cambió sus vidas y acabó con el sentimient­o de pertenenci­a a un único lugar: son los nómadas digitales, sin hogar fijo y de destino en destino

- RODRIGO ALONSO

ACarles la pandemia le pilló en Indonesia cuando nadie sabía muy bien lo que era el Covid19. Corría enero de 2020, y, después de tres años cambiando de casa cada dos semanas, el fotógrafo catalán se encontraba en Asia tachando países de la lista. En unos pocos días, saltó de Singapur a Tailandia, y de ahí a Malasia, donde consiguió coger el último vuelo disponible con destino a Barcelona antes de que la pandemia obligase a echar el cerrojazo. Lo que vino después, en pleno marzo, fueron 90 días de encierro forzado en casa de su madre, algo que al joven de 34 años, que recogió por primera vez los bártulos en 2006 para pasar más de una década en Nicaragua, le resultó especialme­nte difícil, recuerda ahora, en conversaci­ón con ABC.

Cuando las restriccio­nes sanitarias comenzaron a suavizarse, pero lo de coger el avión seguía estando complicado, Carles se hizo con una furgoneta y dedicó los siguientes meses a continuar con sus viajes, aunque, en esta ocasión, por Europa. Dando tumbos, que, como tantos otros millones de nómadas digitales que campan por el mundo a día de hoy, es lo que le gusta: su auténtica y absoluta pasión. Y es que si la pandemia nos encerró en casa, también trajo el teletrabaj­o. Con su llegada, muchas personas que no tenían necesidad de trabajar de forma presencial –que podían cumplir con sus obligacion­es desde cualquier rincón del mundo con conexión a internet– decidieron dejarlo todo, abandonar el sedentaris­mo y dedicarse a conocer nuevos sitios mientras la vida lo permite. Solo en Estados Unidos, potencia absoluta en eso de que la gente derribe los muros de la oficina, la cifra de nómadas pasó de 7,3 millones en 2019 a 15,5 millones en 2021. En España estamos en décimo lugar, según el portal de datos Statista.

«La mayoría de los que lo hacemos tenemos un perfil parecido. Yo me dedico a la fotografía, soy emprendedo­r, tengo mi propia academia de fotografía en internet, un pódcast y un blog. Puedo cambiar de sitio sin problema las veces que quiera», dice Carles. El barcelonés señala que, a día de hoy, no hay una edad tipo de nómada digital; durante sus viajes se ha encontrado, incluso, con gente que comenzó a abrazar esta forma de vida a los cincuenta. Según sus cálculos, en los últimos cinco años ha tenido la oportunida­d de vivir, aproximada­mente, en 30 países. Su curiosidad le impide pasar en el mismo sitio más de 15 días seguidos: «La rutina me desmotiva completame­nte. Viajando he conseguido libertad y me he encontrado a mí mismo».

Evidenteme­nte, no todos los nómadas digitales tienen una experienci­a tan dilatada como la de Carles. Muchos comenzaron a vivir en remoto al calor de la pandemia. Es el caso de Carla, venezolana de 27 años dedicada a la venta por internet y a la creación de contenido en redes sociales (en Instagram es Carlaconwi­ffi). Lleva recorriend­o Europa con su hermano desde septiembre de 2020. Hasta ahora, ha pasado por España, Portugal, Polonia o Croacia, entre otros. Todo gracias a que su abuela es española, y eso facilita la burocracia. «El negocio iba muy bien. Empecé a trabajar casi en exclusiva desde mi casa. Así que decidí probarlo», explica.

La primera parada del ‘tour’ fue Madrid, donde se encontró con una ciudad en la que los movimiento­s estaban muy limitados. La experienci­a fue sorprenden­te, aunque no perfecta: «Fue un bombardeo incesante de cosas nuevas. Me costó ser tan productiva como me hubiese gustado. Cuando eres nómada digital es importante encontrar el equilibrio entre las obligacion­es y el turismo».

A diferencia de Carles, la venezolana intenta quedarse uno o dos meses en el mismo sitio para exprimirlo al máximo. De momento, no tiene planes de aventurars­e fuera de Europa, pero sabe dónde le apetecería dejarse caer si llega el momento: «Estoy viendo opciones, igual me gustaría probar en Asia para finales de año, pero no estoy segura».

Precisamen­te, por Asia es por donde también le gustaría a Olga, madrileña de 29 años, comenzar sus correrías en remoto por el extranjero. Aunque, por el momento, sigue limitando sus movimiento­s a España. Trabajador­a del marketing y la publicidad por cuenta propia, lleva desde el verano pasado asentando su base en ciudades costeras de la geografía nacional. Desde Cádiz, hasta las Islas Canarias. «Mi pareja y yo estábamos en un piso de alquiler en Madrid en el que pagábamos bastante. Aprovechan­do que ninguno de los dos trabajamos de forma presencial, decidimos probar en otros sitios para mejorar la calidad de vida y pagar menos», dice la madrileña, que suele pasar en el mismo destino «como mínimo un mes» y que, de todos los que ha estado visitando hasta la fecha, su favorito, sin duda, es Lanzarote.

A pesar de que la joven está encantada con la vida nómada, reconoce que, como todo, tiene su lado negativo: «Quizá lo peor que tiene esto es que a veces te sientes un poco sola. Echas de menos a tus amigos de toda la vida y a la familia. Conocer gente también puede resultar difícil». Aunque afirma que, a día de hoy, no ve el final de la aventura, tiene claro y meridiano que, algún día, llegará: «Es una etapa. No creo que sea escalable para siempre. Sobre todo si tienes familia».

Carles Fotógrafo y divulgador «Viajando he conseguido libertad y me he encontrado a mí» Carla Empresaria y creadora digital «Es importante equilibrar el trabajo y el turismo» Olga Especialis­ta en marketing digital «Quizá lo peor que tiene es que a veces te sientes un poco sola»

 ?? ?? CAMPEANDO POR LA COSTA ESPAÑOLA Olga dejó Madrid hace cerca de una año junto a su novio para «mejorar su calidad de vida» y vivir nuevas experienci­as TREINTA PAÍSES EN CINCO AÑOS Carles, que no ha parado de dar tumbos en los últimos años, vuelve a Barcelona una vez al año. DE MÉXICO A SPLIT PARANDO EN MADRID Carla dejó México para patearse Europa de cabo a rabo. Comparte sus experienci­as como nómada en Instagram y YouTube
CAMPEANDO POR LA COSTA ESPAÑOLA Olga dejó Madrid hace cerca de una año junto a su novio para «mejorar su calidad de vida» y vivir nuevas experienci­as TREINTA PAÍSES EN CINCO AÑOS Carles, que no ha parado de dar tumbos en los últimos años, vuelve a Barcelona una vez al año. DE MÉXICO A SPLIT PARANDO EN MADRID Carla dejó México para patearse Europa de cabo a rabo. Comparte sus experienci­as como nómada en Instagram y YouTube

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