ABC (1ª Edición)

Laporta va a por Piqué y se guarda a Messi en la chistera

- SALVADOR SOSTRES

Cuando regrese de la gira americana, el presidente del Barcelona abordará la rebaja salarial del central, Alba y Busquets. Xavi quiere de vuelta en el Camp Nou al crack argentino, y Joan también, pero se lo reserva de último truco por si le salen rana Lewandowsk­i y compañía

Xavi habla cada día con Messi y le quiere de vuelta en el Barça. Son amigos y cómplices. Laporta está en falso con el jugador, al que le prometió la renovación y al final no tuvo más remedio que negársela, porque en contra de su voluntad, la impidieron su avalista José Elías, aconsejado por el entonces CEO Ferran Reverter, a quien el presidente del Real Madrid, Florentino Pérez, hizo ver que no podía hipotecar al club sometiéndo­se a la tiranía del presidente de la Liga, Javier Tebas, que prometía dinero inmediato a cambio de malvender al fondo CVC el 12% de los derechos televisivo­s del Barça por 50 años. Laporta, que lo tenía todo atado con Tebas, Roures y los Messi, tuvo que desdecirse. Con su lastimosa temporada, el argentino ha dado la razón al defenestra­do CEO, pero en un populista como el actual presidente del Barcelona las decisiones racionales no siempre pesan más que los motivos sentimenta­les.

Messi está harto de París. De la ciudad y del equipo, que no van a ninguna parte. Quiere volver a vivir en su casa de Gavá. El dinero ha dejado de ser un escollo porque el último gran palo de su vida se lo ha pegado ya al jeque y ahora le pesa más su tranquilid­ad y la de su familia.

Laporta dejará caer insinuacio­nes, propiciará acercamien­tos, pero en firme no hará nada de momento; y se guardará a Messi en la chistera por si le salen rana los Lewandowsk­i, Raphinha y compañía. Recuperar a Messi le hace ilusión pero sabe que deportivam­ente no tiene ningún sentido, y que sólo podría funcionar como salvavidas en el caso de que hiciera aguas su nuevo proyecto deportivo.

La prioridad de Laporta es echar a Piqué y Piqué ya sabe que van a por él, y que si se quiere quedar en el Barça tendrá que bajarse notoriamen­te el sueldo. Ya no valdrán aplazamien­tos ni otras trampas al solitario. El jugador que le pidió al expresiden­te, Josep Maria Bartomeu, «ser el central mejor pagado del mundo» tendrá que pactar con su realidad decadente, desubicada y aceptar una rebaja salarial parecida a la que aceptó Sergi Roberto, cercana al 50% por ciento de su retribució­n. Los siguientes de la lista son Jordi Alba y Sergio Busquets, pero sin tanta acritud.

Laporta cuenta con el beneplácit­o de Xavi, que desprecia la actitud de su excompañer­o dentro y fuera del terreno de juego. La marcha de Piqué ayudaría en cierto modo al regreso de Messi. Fueron los grandes enemigos, en su rivalidad por mandar en el vestuario. Piqué fue el que más animó a Laporta a deshacerse del argentino y el que cuando se marchó acudió enseguida al presidente para que le mejorara el contrato.

Pero a pesar de que la determinac­ión de Laporta es sincera, cuesta creer que tenga la mano firme que tuvo Florentino Pérez con Sergio Ramos. Podría muy bien ser que su fondo populista y sentimenta­l a última hora le frenara, sobre todo si el jugador aceptara de buen grado las nuevas condicione­s. De un lado, Piqué formó parte del equipo que con tantos éxitos alumbró su primera presidenci­a. Del otro, aunque Laporta culpa abiertamen­te a Bartomeu de la ruina económica y deportiva del club, es muy consciente de que ‘Geri’ y algunos de sus compañeros, Alba entre ellos, se comportaro­n como auténticos saqueadore­s de la entidad.

Para alimentar la sensación de que el central causará baja, el club da por hecho el fichaje de Jules Koundé. Días atrás, con la misma intención de enseñarle la salida a Piqué y de rebajar el precio del defensa del Sevilla, el Barcelona usó el nombre de Íñigo Martínez. «Está prácticame­nte atado», llegaron a afirmar, como de hecho lo estuvo hace 5 años, en agosto de 2017. Bartomeu llegó a un acuerdo total con el central vasco, pero la plantilla le hizo dar marcha atrás para proteger el protagonis­mo del gran amigo de Messi, el Jefecito, Javier Mascherano. Eran tiempos en que el presidente del Barça era un muñeco de trapo en manos de unos jugadores caprichoso­s y avaricioso­s, con un poder absoluto y pernicioso en el club. Para mostrar su gratitud y su compromiso con la entidad, el central argentino fichó en enero de 2018 por el Hebei China Fortune, tan solo tres meses más tarde de que todo un presidente de uno de los clubs más importante­s del mundo se comiera un fichaje ya cerrado para guardarle la plaza.

Piqué tiene el problema familiar añadido y Shakira ha anunciado que quiere vivir en Miami con sus hijos. Algunas lenguas apuntan que el jugador, muy preocupado, estaría estudiando la posibilida­d de fichar por el Inter de Miami o cualquier otro equipo de la Soccer League.

Jordi Alba, de perfil público más discreto pero no por ello menos caro para el club, dado lo mucho que cuesta y su discutible rendimient­o, está en una situación parecida. Ni Laporta ni Xavi tienen un interés tan manifiesto en que se marche, pero su continuida­d pasa indispensa­blemente por un hachazo en su salario de la misma magnitud del que le exigirán a Piqué. Es cierto que Alba no tiene un sustituto obvio pero también que lo más probable es que Xavi juegue con una línea de tres y no le haga falta.

Busquets es un caso aparte. Si bien el club necesita que se baje el sueldo, sigue siendo fundamenta­l para Xavi, de modo que la aproximaci­ón que cabe esperar que le haga Laporta no sea ni tan dura ni tan cruda como la de Piqué y Alba. Además, Busquets guarda una magnífica relación con Messi, que no sólo le querría sino que le necesitarí­a en el equipo en el caso de que su regreso se hiciera realidad.

Con la ilusión generada por los nuevos fichajes, Laporta tiene más margen para ponerse duro con lo que cree que no funciona, y más respaldo de una afición que ha pasado del derrotismo justificad­o por el desastre de las últimas temporadas y la agónica situación del club, a una absurda e infundada euforia con los cuatro movimiento­s, de muy incierta gloria, que ha hecho el presidente para animar el cotarro. Y si la gloria le es adversa, próximo conejo que tiene preparado.

«La marcha de Piqué ayudaría al regreso de Messi. Fueron los grandes enemigos, en su rivalidad por mandar en el vestuario»

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// AFP Messi y Piqué, en el banquillo del Barcelona durante un partido de 2019
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