Descomposiciones
Si eres español, española, españole o españolé, allá te las descompongas
LA segunda acepción que el Diccionario de la Lengua Española recoge de la voz ‘descomposición’ se refiere a su sentido escatológico («2.f., coloquial: diarrea»), que, dicho sea de paso, como la más popular y extendida, debería figurar en lugar de la primera («1. f., acción y efecto de descomponer o descomponerse»), un poco demasiado físico-química. Lo más cercano en griego a ‘descomposición’ es la palabra ‘tafos’, que significa «enterramiento, fosa», tanto fosa funeraria como fosa séptica, porque en ambas se dan procesos de descomposición.
‘Descomposición’, en el español de hace medio siglo, tenía su aquel de eufemismo, pese a su popularidad. Se utilizaba para hablar con el médico (y los médicos, para hablar con los pacientes). «Estar descompuesto» significaba padecer un cólico más o menos grave, pero también lo que hoy se entiende por «venirse abajo» o «perder la calma, la tranquilidad o la salud». En el siglo XV tenía un uso más cosmético o estético, en general. Así, en Jorge Manrique: «Si fuese en nuestro poder/ hacer la cara hermosa/ corporal,/ como podemos hacer/ el alma tan gloriosa,/ angelical,/ ¡qué diligencia tan viva/ tendríamos toda hora/ y tan presta/ en componer la cautiva/ dejándonos la señora/ descompuesta!». Lo que quiere decir que, si pudiéramos embellecer el cuerpo con la misma facilidad con la que podemos devolver al alma su pureza (confesándonos), nos dedicaríamos solo a ponernos guapos, dejando el alma hecha un bebedero de patos.
Los franceses llamaban ‘composition’ al ejercicio escolar que se conocía en España como ‘redacción’, enfatizando la función de la escritura como cosmética de la lengua (se conocía, en realidad, por ‘composition française’), mientras que ‘redacción’ tenía algo de escribanil, amanuense, oficinesco. ‘Composición’, entre nosotros, equivale a ‘arreglo’, y ‘descomposición’, lógicamente, a ‘desarreglo’, pero solo a ‘desarreglo intestinal’, aunque en los últimos tiempos también se le ha añadido una connotación psicológica, en ‘desarreglo emocional, psíquico’ y otras supercherías jurídicas por el estilo.
El pasado miércoles se vivió en el Congreso de los Diputados, Diputadas y Diputades una ceremonia solemne de descomposición española. Todo el personal parecía bastante descompuesto, en todos los sentidos del término. Sobre todo, la ministra de Igualdad, que parece tener la virtud de catalizar todos estos procesos niveladores o entrópicos (o sea, descomponedores e igualadores a la baja), que para eso está. En francés, el equivalente al español ‘descomposición’ es, paradójicamente, ‘compost’ («abono, estiércol, ‘merde’»). También vale por ‘tafos’, en griego ‘enterramiento’ y, coloquialmente, ‘vientre’. De donde ‘Compostela’ («cementerio, pudridero»), simbólico fractal de España. No nos hagamos demasiadas ilusiones con esta tropa.