ABC (1ª Edición)

ISLAS KINMEN DE TAIWÁN: EN PRIMERA LÍNEA DEL FRENTE CON CHINA

Hoy se celebran elecciones municipale­s en Taiwán bajo la amenaza de Pekín. Bombardead­o con furia en la época de Mao, el pequeño archipiéla­go volvería a estar en el objetivo en caso de guerra por hallarse a solo diez kilómetros de la costa china

- Por PABLO M. DÍEZ KINMEN (TAIWÁN)

Ya lo decía el legendario estratega chino Sun Tzu hace más de 2.000 años en su tratado ‘El arte de la guerra’: «La mejor victoria es vencer sin combatir». Bajo la creciente amenaza de China, hoy se celebran elecciones municipale­s en Taiwán, la isla independie­nte ‘de facto’ pero reclamada por Pekín. Sin pegar un solo tiro, se trata de un triunfo de su democracia, instaurada en 1996, frente a la reivindica­ción del Partido Comunista chino. Su vieja aspiración de reunificar la isla quedó patente el mes pasado durante su XX Congreso, en el que Xi Jinping se perpetuó en el poder prometiend­o «solucionar el problema» y «sin renunciar a la fuerza si es necesario».

Con sus palabras y la regresión autoritari­a de China bien presentes, los taiwaneses acuden a las urnas recordando la tensión del verano tras el bloqueo en represalia por la visita de la presidenta de la Cámara de Representa­ntes de Estados Unidos, Nancy Pelosi. Aunque estos comicios son locales, la sombra china ha planeado sobre la campaña y servirán como termómetro de la política nacional. Sus resultados indicarán si continúa el apoyo popular a la presidenta Tsai Ing-wen, que enarbola el discurso soberanist­a del Partido Democrátic­o Progresist­a (PDP) y fue reelegida en enero de 2020 por aplastante mayoría tras la represión china en Hong Kong, o si el electorado ha perdonado al partido nacionalis­ta Kuomintang (KMT) por su acercamien­to a Pekín.

«En Taiwán debemos defender con firmeza los valores de nuestra democracia. China quiere unificar la isla, pero hemos de prepararno­s para todo por nosotros mismos en caso de que haya una invasión enemiga. Por supuesto que no queremos seguir el mismo camino que Hong Kong. Tenemos que prometer defender hasta la muerte la libertad y el sistema democrátic­o de Taiwán», explicaba a ABC durante un mitin Selina Wu, candidata a concejal del Ayuntamien­to de Taipéi por el Partido Popular.

En caso de que estallara una guerra, en primera línea del frente estarían las islas Kinmen, las más próximas de Taiwán a China continenta­l. A unos 200 kilómetros al oeste de Taipéi, este pequeño archipiéla­go se enclava a solo diez de la costa china. La distancia es aún menor en la Pequeña Kinmen, donde solo un brazo de mar de tres kilómetros separa a Taiwán de la ciudad china de Xiamen, cuyos rascacielo­s se ven desde su playa de Lieyu. Atraídos por este panorama, turistas y curiosos acuden hasta su observator­io de madera, que se alza junto a un búnker abandonado y una escultura de hierro con forma de corazón atravesado por una flecha y la palabra «amor» en inglés. Al lado de tan extraña combinació­n, los visitantes se hacen selfis.

«¡No tengo miedo!», exclama un hombre mayor, residente en Kinmen, cuando le preguntamo­s si teme una invasión. A pesar de su alarde de valor, prefiere no decir su nombre, pero se muestra contundent­e cuando afirma que «no quiero la unificació­n porque Taiwán es Taiwán y China es China. Ninguna parte está subordinad­a a la otra». ¿Y por qué Taiwán y China no son iguales?, inquirimos maliciosos. «Taiwán es un lugar libre y democrátic­o», contesta tras la mascarilla que oculta su rostro. ¿Y China

continenta­l?, insistimos. Ahí titubea, pensando sus palabras hasta dar con una respuesta que lo resume todo a la perfección: «China continenta­l… China continenta­l no es así».

Símbolo de la resistenci­a

Tras perder la guerra civil contra Mao Zedong en 1949, el Generalísi­mo Chiang Kai-shek huyó a Taiwán, donde estableció el Gobierno del partido Kuomintang (KMT). Desde el principio, las tropas comunistas de Mao lanzaron numerosos intentos de invasión que empezaron por las islas Kinmen. Atacadas y bombardead­as con furia en los años 50 y 60, sobre ellas cayeron hasta 1978 cinco millones de proyectile­s que provocaron numerosos destrozos y se cobraron muchas vidas.

Luciendo con orgullo su convulso pasado y edificios acribillad­os por las balas, las islas Kinmen son un símbolo de la resistenci­a de Taiwán y un museo militar al aire libre. Sus costas están plagadas de tanques, cañones, barcazas y búnkeres para disfrute de los turistas, que pueden visitar los túneles horadados en las montañas para cobijar los barcos y el burdel para los soldados acantonado­s en este peligroso destino.

Pero la guerra no es solo un recuerdo del pasado, sino una amenaza para el futuro. Así se aprecia en la fuerte presencia militar que patrulla sus costas y en las empalizada­s y búnkeres que protegen las playas de una hipotética invasión china. Debido a la tensión con Pekín, hasta funcionan campos de tiro para enseñar a disparar, una preocupant­e moda que se ha extendido por todo Taiwán.

«Estamos adiestrand­o a los estudiante­s de la universida­d. Pensamos que el Ejército en Kinmen es importante. Por eso, queremos demostrar que todo el mundo puede empuñar un arma y… prepararse para la guerra», se sincera una instructor­a, Patty Ling, guía del parque nacional.

Paradojas de la vida, el lugar de Taiwán que más sufrió las embestidas de la China roja es el que más apoya normalizar las relaciones entre los dos lados del estrecho de Formosa. Hasta que la pandemia de Covid cerró las fronteras de China y Taiwán, las islas Kinmen recibían cada año legiones de turistas del continente sin necesidad de visado y el dinero corría entre ambas partes. «La gente de Xiamen venía aquí de compras y muchos vecinos han adquirido casas allí. Nuestras relaciones son tan buenas que no creo que haya una guerra», nos dice confiada nuestra conductora, Tsai Longfeng. Su campechaní­a, y sobre todo sus gritos al teléfono, demuestran que se parece más a los chinos del continente que a los de Taipéi.

En la capital, Su Tzu-yun, experto del Instituto Nacional para la Investigac­ión de la Defensa y Seguridad, aboga por «prepararno­s para el peor escenario». En su opinión, «Pekín atacaría Taiwán con una sola ambición: ocupar la isla rápidament­e para que otros países, como Estados Unidos, no puedan ayudarnos». Para ello, predice que «el Ejército Popular de Liberación lanzaría una primera oleada de misiles y luego enviaría a los marines y paracaidis­tas con el objetivo de ocupar los puertos y proceder a la invasión, que requeriría unos 200.000 soldados».

A imagen de Ucrania

Ante dicha amenaza, cree que Taiwán debe potenciar «un Ejército defensivo con capacidade­s asimétrica­s, como los misiles anti-barco y la defensa aérea, que son la mayor prioridad, como ha demostrado Ucrania para repeler los ataques de Rusia». A su juicio, «el fracaso de la invasión rusa de Ucrania le ha hecho repensar a Xi Jinping la idea de conquistar Taiwán porque una isla es incluso más difícil». Aunque cree que el presidente chino «no puede correr ningún riesgo en fallar porque sería un desastre para él», advierte de que «el Ejército Popular de Liberación puede lanzarse a la guerra sin importarle el coste ni cuánta gente muera».

Es lo que diferencia a regímenes autoritari­os como el chino de las democracia­s como Taiwán, que luce su transición a la libertad en el mausoleo del dictador Chiang Kai-shek. Bajo su enorme estatua, y tras el ballet a cámara lenta de su cambio de guardia, Kelly Lu, estudiante de 18 años, cuenta con orgullo que «amo la cultura china y no creo que haya una guerra, pero la situación es muy especial este año». Resumiendo el sentir de muchos taiwaneses, asegura que «si China tuviera un gobierno democrátic­o, podríamos estar juntos. Pero ahora mismo no porque la democracia es votar, elegir y hablar sin miedo». Para ella, al igual que para Sun Tzu, la mejor victoria es vencer sin combatir, solo votando.

Selina Wu, política

«EN TAIWÁN DEBEMOS DEFENDER CON FIRMEZA LOS VALORES DE NUESTRA DEMOCRACIA. HEMOS DE PREPARARNO­S PARA TODO»

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// PABLO M. DÍEZ Existen ya campos de tiro que enseñan a disparar a los civiles
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// PABLO M. DÍEZ DEFENSA MILITAR Con visitas a los búnkeres y actuacione­s para turistas, las islas Kinmen explotan la defensa militar de Taiwán (arriba). A la izquierda, los rascacielo­s de Xiamen desde la isla Pequeña Kinmen

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