El toque electrizado
En el Mundial de Rusia, España fue eliminada batiendo un récord de pases, más de mil. Cuatro años más tarde, superó contra Costa Rica el de pases correctos en la Copa del Mundo. Luis Enrique no solo ha renovado generacionalmente la selección, es un renovador del fútbol español desde unos presupuestos de modernidad. Es un ‘tecnificado’ que recurre a la tecnología: los andamios, los entrenamientos con ‘walkies’ o el ‘streaming’, donde consigue, además, en modernidad adicional y cuasipolítica y superando el clementismo, que era confrontación enquistada con la prensa, controlar la ‘narrativa’ (¡importantísimo!), dirigir el curso de lo que se dice.
Luis Enrique renueva lo psicológico y moral de la selección. Recupera parte de aquella furia que fuimos y de la que él representó el canto del cisne cuando lloró ensangrentado ante Tassotti. Jugó en la España de Clemente y Camacho, dos formas cojonudas de nuestro fútbol, y renueva esa furia, imposible ya por muchas cosas (solo hace falta ver a nuestros chicos), convirtiéndola en estoicismo de triatleta. Lucho es lector de los estoicos y con ecos de español senequismo vuelca esa casta, pero ahora de otra forma: en el agonismo físico de la larga distancia. Convierte la furia, vía estoicismo, en maratón.
Pero Luis Enrique es, sobre todo, un renovador del toque. Es un hombre inscrito en la tradición culé, pero ojo, con matices. Él jugó en el Madrid víctima de Cruyff y llegó al Barça cuando ya no estaba el gurú, sino Van Gaal. Luis Enrique conserva y recupera lo que ya es tradición nuestra, pues el toque no es solo estilo, ‘maniera’, es forma de ser y estar del español con una pelota. El español ante una pelota está, camina y se proyecta e idealiza como Pedri, Busi o Asensio. Y Lucho cita creativamente esa tradición: otro Xavi-Iniesta, el doble pivote con Rodri, extremo funcional...
Luis Enrique no es un ayatolá. No hay que jugarla a ras de suelo por dogma, sino por salud. Como seguidor del ‘earthing’ (otra modernez), considera que el contacto con la tierra es saludable porque absorbemos su energía. Así, España la juega a ras, en mil pases, ¡arrastrando todos los electrones posibles! Luis Enrique energiza el toque, lo electriza.
En él hay respetuosa conservación de la tradición y tecnificación vanguardista de lo español. ¡Luis Enrique, ejemplo de hispanidad futura!