La familia
Asisto un tanto perplejo al lanzamiento del nuevo producto de un ministerio. Se trata en esta ocasión de una ley que clasifica a ‘la familia’ en dieciséis clases posibles, desde la monoparental hasta la vulnerable, y cuyo objeto parece ser dar acceso a subvenciones o ayudas según esté incluida en uno u otro grupo de los creados. Al leer el listado echo en falta un tipo muy común en nuestros días, y sobre todo más numeroso que muchos de los citados; me refiero a la familia ‘abuelizada’, aquélla en la que los dos progenitores, más o menos jóvenes, trabajan y han de ser los abuelos los que se ocupen de los hijos, desde la cuna hasta la secundaria, los llevan a la escuela, guardería o al médico, los recogen, los alimentan, los acompañan a las extraescolares y los entregan a los padres al final de la jornada. Hoy es muy común oír a los jubilados «no puedo ir al café porque tengo nietos».
Ítem más, a tenor de las denominaciones, bien podría darse el caso de una agrupación familiar con características de dos grupos, por ejemplo, una ‘reconstituida’ (cuando uno o ambos miembros de la pareja tienen hijos de otras parejas), y una ‘LGTBI homoparental’ (con al menos una persona lesbiana, gay, bisexual o intersexual), en tales casos, ¿dónde quedaría encuadrada? No sé si además procede tomar en consideración la clasificación que hizo el Gobierno en 2008 sobre la tipología femenina: diábolo, campana o cilindro.
Entrando en un área más seria, hay que reclamar que se reconozca otro tipo de familia, aquélla que diariamente soporta la presión social y escolar de grupos independentistas, con la anuencia del Gobierno y el menoscabo de la justicia. FRANCISCO JOSÉ EGUIBAR MADRID