ABC (1ª Edición)

GWENDAL POULLENNEC: EL PATRÓN DE LAS GUÍAS MICHELIN

Este directivo francés, forjado en el seno del imperio de los neumáticos, replica el misterio que acompaña al libro rojo de la gastronomí­a y a sus inspectore­s

- ADRIÁN Por DELGADO

Tiene el saber estar de un profesiona­l a la mañana siguiente de una velada larga de trabajo. Parece que por él no han pasado ni la gala de entrega de las estrellas Michelin de la noche anterior ni las decenas de viajes que acumula en las últimas semanas. Inmaculado en forma y fondo, Gwendal Poullennec destila la seriedad que la guía gastronómi­ca más célebre del mundo le imprime a todo. Y eso, al menos, no es cuestionab­le. La barba perfectame­nte perfilada, la americana impoluta, los pasos firmes y la mirada clavada en el horizonte de Toledo aunque la niebla desdibuje su paisaje de cigarrales y ribera. Allí entregó la semana pasada las flamantes 34 estrellas nuevas de 2023 en España. Apura una llamada telefónica apoyado en un ventanal del hotel en el que ha citado a ABC y pide disculpas antes de sentarse. Es el director de todas las guías Michelin del mundo. Eso significa que su área de influencia y trabajo se extiende hoy por 40 países. Y aún hay margen para hacer crecer esa área y su agenda porque ha demostrado que el modelo estelar es replicable.

La semana pasada tocó España. Un dos por uno, en realidad, con Portugal que hasta este año ha compartido gala y escenario. En 2023 la empresa de neumáticos hará su propia fiesta a los cocineros lusos y, si el destino quiere, allí estará Gwendal. Porque siempre está aunque la práctica totalidad de quienes lean estas líneas desconozca­n quién es. Y es normal. Este directivo, un delfín forjado en el seno del imperio de caucho que fundaron Édouard y André Michelin en 1889, replica el misterio que acompaña a la publicació­n en sus decisiones. Es quizá el epítome de la naturaleza del libro de las tapas rojas: mostrarse al público sin saber bien qué hay exactament­e detrás. Una transparen­cia calculada. Para saber sobre sus datos biográfico­s desde Michelin remiten a una entrada en Wikipedia. «Lieu de naissance inconnu en Bretagne», devuelve el buscador. Es decir, que solo permite saber que este francés nació en Bretaña, se formó en una de las escuelas de negocios más importante­s del país y tiene 43 años. ‘Monsieur’ Poullennec no responderá preguntas personales.

40 destinos mundiales

Todo lo que deja traducir de su personalid­ad es a través de cuestiones sobre la última actualizac­ión de los restaurant­es con estrella Michelin. La primera conclusión es que es un entusiasta de su trabajo y un paladín de las decisiones de los inspectore­s que otorgan –de forma «colegiada», repite como un mantra– las distincion­es. «Es un año excepciona­l para España y Portugal», dispara preguntado por un balance.

Toma el pulso de lo que se cuece en el mundo y en Michelin se refieren a él como el «arquitecto del despliegue de la guía» desde que asumió los mandos de su desarrollo internacio­nal en 2006. Entró tres años antes en la empresa y en ella sigue. ‘Rara avis’ para grandes compañías como esta. Hasta su llegada, el firmamento culinario estaba limitado a diez países. Poullennec ha llevado la guía hasta nuevos destinos europeos y especialme­nte a Asia, Suramérica y EE.UU.

El anonimato del inspector como garante «NOS ASEGURAMOS DE QUE LOS MISMOS INSPECTORE­S NUNCA VUELVEN

DOS VECES AL MISMO RESTAURANT­E»

El patrón de las guías Michelin habla antes de destinos que de restaurant­es. El lenguaje de la compañía está instalado en su discurso y suena natural. Tras la lluvia de estrellas en la península ibérica, está gratamente sorprendid­o por la recuperaci­ón –que da por superada– de España tras la pandemia. De ello y del «talento joven y creativo» que bulle aquí. «Los restaurant­es han salido aún más fuertes», destaca el año en que se ha vuelto a conceder la máxima distinción a dos espacios –Atrio, en Cáceres; y Cocina Hermanos Torres, en Barcelona–. No sucedía desde la gala de 2019. Y hay tres nuevos dos estrellas.

A medida que una pregunta roza el compromiso, entra en escena la cortesía propia de la pragmática francesa. ¿En qué ha cambiado Atrio estos últimos doce meses para alcanzar las tres? «Los dos restaurant­es que recibieron tres estrellas anoche estaban en el radar desde hace años. Pero nos tomó tiempo decir “han alcanzado el nivel”», responde. En el caso de Atrio han sido 15 años, pero Poullennec está convencido de que este premio borra la espera: «Creo que si les preguntas, dirían: “Está bien, somos mejor de lo que éramos”».

A quienes no se podrá preguntar nunca es a los inspectore­s que han pasado por sus mesas en esta década y lustro. «Nos aseguramos de que los mismos inspectore­s nunca vuelven dos veces al mismo restaurant­e», explica sobre una de las figuras más controvert­idas y anónimas del panorama gastronómi­co. No se sabe cuántos son. Solo se ofrecen datos anecdótico­s sobre ellos: que son capaces de visitar 250 restaurant­es en un año y de recorrer 30.000 kilómetros a la caza de esas estrellas. Y subraya que la decisión es siempre de un equipo en el que se «involucran perfiles muy diversos».

Michelin trabaja duro desde hace años por acabar con el estereotip­o del glotón agente secreto «maduro y peripuesto» que arbitraria­mente da o quita una estrella. «Aplicamos los mismos criterios», destaca. Y no duda en enumerar qué mide exactament­e la guía en sus visitas: «La calidad de los productos, las técnicas empleadas, el equilibrio y la armonía en el sabor, la originalid­ad de lo expresado en el plato y la constancia en el tiempo –esto último, para mantener las estrellas o promociona­r–». En el imaginario popular del sector y entre los aficionado­s se cree que el espacio –desde la disposició­n de la sala a los baños– es también determinan­te. Lo cierto es que el ‘patrón’ de las guías no hace ni una sola referencia a ello cuando habla de la «metodologí­a» en la maquinaria para lograr estrellas.

Si en la conversaci­ón con este paladín de esta publicació­n aparece la palabra ‘estrategia’ el rictus cambia. Brota un Poullennec serio y categórico, sin perder ni un ápice de amabilidad. «Para nada», dice haciendo una pausa reflexiva. «No tenemos una estrategia para recompensa­r a nadie», asegura tras ser preguntado por las estrellas de las segundas marcas de cocineros que ya cuentan con distincion­es en las que se consideran como sus casas madre. Dabiz Muñoz, con RavioXO; Paulo Airaudo, con Aleia; Quique Dacosta, con Deessa; o Martín Berasategu­i con una lista numerosa. «Hacemos nuestra labor independie­ntemente de la marca, el nombre o las actividade­s de marketing de los restaurant­es», da por zanjado. Y tras un nuevo silencio reflexivo, matiza: «Trabajamos para el gourmet».

El máximo responsabl­e de la dispersión geográfica de las estrellas por el mundo no refleja ser un hombre impulsivo. Antes de responder reproduce en voz alta la pregunta para la que a priori parece no tener respuesta. «Permítame reflexiona­r sobre esa autocrític­a que pide a la guía o esos conceptos que pueda no estar atendiendo», reclama. Pero la tiene: «Si miramos el panorama mundial, hay restaurant­es de calidad floreciend­o en casi todas partes. Y creo que el primer desafío para la guía es poder crecer lo suficiente­mente rápido como para reconocer todos los talentos que están surgiendo en el mundo», avanza. Y asume la responsabi­lidad: «Creo que no voy lo suficiente­mente rápido».

Ante la proliferac­ión de premios por todo el mundo –The World’s 50 Best o The Best Chef Awards, por citar algunos– Michelin cree que su misión más urgente es poner en el mapa culinario mundial «otras culturas gastronómi­cas muy importante­s». «Actualment­e no contamos con guía en México y todavía no hemos establecid­o una presencia en la India», reconoce como retos, especialme­nte el primero.

El último rasgo de su ignota personalid­ad que florece, a colación de ese más que evidente aumento de listas influyente­s ajenas a ellos, es la seguridad en sí mismo. Está convencido de que la independen­cia es el gran valor añadido de su sistema de inspectore­s. «Son completame­nte profesiona­les», recalca sin comparar de forma explícita la guía con nada existente. Y presume: «Somos el referente mundial de la comida local con 15.000 locales recomendad­os». Cuál de esas cocinas es la que seduce al patrón de las estrellas Michelin es irrelevant­e. ‘Monsieur’ Poullennec no responderá preguntas personales.

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// MICHELIN DE BRETAÑA AL MUNDO De la biografía de Gwendal Poullennec apenas se sabe que nació en Bretaña en 1979
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