¿Silba? pues ni caso…
!Qué faena! Ya nos habían convencido de que las empresas eran unos seres asociales, tan egoístas como malvados, que se forraban a costa del sufrido ciudadano y gracias a la recuperación de la economía observada tras la pandemia. Hasta el punto de merecer la aplicación de impuestos y gravámenes dirigidos a minorar sus beneficios, a todas luces, extraordinarios. Vale, pues aparece el Banco de España, que se ha convertido en el Pepito Grillo del Gobierno ,y nos dice cosas tan inconvenientes como que el tejido empresarial ve erosionadas sus rentas de la misma manera que los trabajadores y que, el margen que obtiene permanece lejos del que obtenía antes, en 2019, cuando deambulábamos felices y ajenos a lo que nos venía encima.
La central de balances desmiente la postura oficial y la opinión general, que sirvieron para subir los impuestos y nos dice que en los tres primeros meses del año el margen de beneficios sobre ventas ha subido más que los salarios, pero permanece aún un 20% por debajo del de 2019, salvo el sector de la energía que sigue un 40% por debajo. Alguien podría pensar ahora que, si no hay beneficios extraordinarios, tampoco debería haber impuestos y gravámenes extraordinarios. ¿Los retirará el Gobierno? Qué preguntas hace usted, que poco atento está… ¿Ya ha seguido con orden las pautas de sus medicinas contra el optimismo desbocado e injustificado? Me temo que se ha saltado alguna toma. Los datos muestran también una recuperación rápida de los márgenes en 2022, pero la mejoría está lastrada por el efecto de la inflación, que reduce las cifras en términos reales y lo será más en cuanto impacten en su totalidad los costes actuales de la financiación y los impuestos que crecen al 30%.
El Banco de España advierte de que sus datos son agregados y que dentro de la muestra hay situaciones particulares muy diferentes. Seguro que sí. Pero los impuestos programados se aplican a todas las empresas de los sectores elegidos, sin matices, ni especial consideración de situaciones particulares. Máxime, cuando esos impuestos se aplicarán sobre los ingresos, y no sobre los beneficios que cada uno obtiene lo que el mercado le admite y los competidores le consienten. Una decisión incomprensible e ilógica que ha sido criticada por la propia Comisión Europea a quien se le escucha de manera binaria: sí, cuando aplaude y no, cuando silba. ¿Silba, pues ni caso?