Una degradante sumisión
El problema no es ETA ni el PNV, el problema está en quienes transigen y se benefician de esta humillación
MIKEL Lejarza ‘El Lobo’, presentó libro hace unos días. Barba, gafas de sol. Oculto. «Los etarras pueden gobernar. Nuestros propios enemigos gobiernan España. Yo no puedo pasear por el País Vasco. Ni yo ni los guardias civiles».
También murió el gran escritor Raúl Guerra Garrido: «El terrorismo ha conseguido llevar a la política el nacionalismo obligatorio». En la lucha contra ETA, el primero reconocía el mérito de policías y guardias civiles; el segundo, además, el de los movimientos civiles. No a los partidos, por muchos muertos que pusieran.
Una noticia sigue a las dos anteriores. PNV y PSE (PSOE) traman no aplicar en el País Vasco el impuesto a las grandes fortunas que se tramita para toda España. El acuerdo se llevaría al Concierto, por supuesto, y convertiría al País Vasco, aun más, en un paraíso fiscal dentro de España. Más rentas irían allí drenando la riqueza del resto de regiones y perpetuando en ley la desigualdad. Al lento expolio fiscal del Concierto y al dominio político que propicia el sistema electoral y la nefasta Constitución, habría que sumar este añadido fiscal. El dumping blindado se añade al blindaje lingüístico que convierte al eusquera en barrera de entrada y exclusión.
Es una situación de dominación política, de privilegio fiscal y de menosprecio cultural que prolonga e institucionaliza la hispanofobia y la abierta xenofobia hacia el ‘cacereño’ que tan bien retrató Guerra Garrido. Es una situación de sumisión degradante, y cualquier institución, ley o interés que la asuma, normalice o propicie es ilegítima y debe ser cuestionada. Es una afrenta y una indignidad que merece la contestación de todos los españoles.
El problema no es ETA ni el PNV, el problema está más cerca. Está en quienes pactan, en quienes transigen y se benefician de esta situación de constante humillación.
Los españoles tenemos una ventaja. No solo nos dominan oscuros y lejanos poderes globales. También oligarquías y poderes muy concretos y muy cercanos que han corrido a perfumar la indigna paz de ETA. Vivirlo se hace repulsivo. Si no reaccionamos con esto, con nada lo haremos.