ABC (1ª Edición)

Fallar los penaltis

- SALVADOR SOSTRES

Hay que saber ganar y ayer con todo a favor España no supo, y Marruecos, con todo en contra, sí. Fue un partido de fútbol y fue una metáfora política. Los que tienen más hambre se imponen aunque sea con un juego bronco, sucio, o con una tiranía; y no sirve de nada tener más estilo, jugar en lugar de especular, o ser una democracia, si a la hora de la verdad te dejas arrasar. Es lo que hizo ayer España: jugar limpio pero sin determinac­ión, ser mejor pero sin finura, dejar que su personalid­ad se deshilacha­ra frente a un rival en todo menor y desagradab­le pero con más sed de sangre. Ayer hicimos en el fútbol lo que Pedro Sánchez con Open Arms o con el majadero del Frente Polisario, cuando todo el mundo sabe que lo único que hay que hacer con el Rey de Marruecos es comprarlo.

El fútbol siempre es política y ayer fue un espejo preciso: me gusta Luis Enrique y su juego propositiv­o, tal como me gusta nuestra libertad, pero ante Marruecos –natalidad incluida– estamos perdiendo batallas porque ellos están menos cómodos, más hambriento­s y salen con más ímpetu a ganarlas. Ni en el fútbol, ni en el amor, ni en el periodismo se pueden fallar los penaltis. Hay momentos decisivos que dan sentido al todo, o se lo quitan. De nada sirve hacerlo todo bien –o hacerlo todo bonito– si llegado el instante exacto no das la talla. Fallar los penaltis es también una metáfora. Y ayer Marruecos nos ganó, y no hay que quitar mérito a lo que esta selección está haciendo en Qatar, pero sobre todo España perdió, tiró el Mundial a la basura. Luis Enrique se llevará la mayor parte de los palos, como así ha de ser cuando lideras de un modo tan personal un proyecto que hace agua. Pero en su defensa hay que decir que éste es el espíritu que queremos para España, que éste es el juego, la manera de interpreta­r el fútbol más culta y hermosa, y que tal vez con intérprete­s mejores habríamos podido llegar más lejos.

España quedó eliminada y es una lástima porque era luminoso, y hondamente español, lo que este equipo simbolizab­a. No se puede disimular el fracaso pero antes de que la jauría salga a por el selecciona­dor, para cobrarle los resentimie­ntos atrasados, quiero decir que yo soy uno de los que sigue pensando que lo que intenta hacer con sus equipos es exactament­e lo que yo espero del fútbol, de mi hija, de la vida.

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