ABC (1ª Edición)

A Portugal le va mejor sin Cristiano

▶ Su sustituto, Gonçalo Ramos, anota tres tantos en la goleada a Suiza. El equipo luso jugará con Marruecos

- J. GÓMEZ PEÑA

Cuando se supo que Cristiano Ronaldo iba a estar en el banquillo de Portugal por haberse enfrentado a su selecciona­dor, Fernando Santos, se abrió una interrogac­ión. ¿Lo notará Portugal ante Suiza? Su sustituto, el joven Gonçalo Ramos, respondió enseguida, a 103 kilómetros por hora, la velocidad con la que incrustó en la escuadra helvética el primer gol luso, en el minuto 17. Fue el chupinazo del 6-1 final.

Pepe, un viejo colega de Cristiano, entró como un búfalo al envío de un córner y anotó el 2-0 pasada la media hora. Ahí sí se vio a Cristiano abrazarse al grupo, aunque con esa sonrisa de muñeco de cera que tiene. De máscara. Portugal volaba sin él. Para colmo, Ramos le dio el tiro de gracia a Suiza en el arranque de la segunda mitad con un toque sutil que hizo un túnel entre las piernas del meta Sommer (3-0). Todo le iba bien, mejor, al equipo luso sin su estrella. En el banquillo, Santos paladeaba la doble victoria.

Y más cuando, con Cristiano calentando en la banda, una jugada coral portuguesa acabó siendo el 4-0, firmado por Guerreiro. Gran día para su selección y trago duro para la infinita autoestima de Ronaldo. Aún había más castigo para él. Ramos, el chaval de 21 años y del Benfica al que habían encargado ocupar su lugar, hizo el quinto tanto luso con una picadita sobre Sommer. Hat trick para el nuevo. El tiempo dirá si es una estrella. Eso, tiempo, es lo que se le termina a Ronaldo.

A Cristiano, ley de vida, se le ha ido apagando la antorcha. Pero a alguien con su ego le cuesta aceptar el crepúsculo. Probableme­nte tenía que acabar así. Enemistado con el mundo que una vez fue suyo. Fuera ya del Manchester United y suplente en su selección en su quinto y último Mundial. Portugal no echó de menos al que tanto tiempo ha sido su piloto. El combinado luso colocó a Carvalho y Otavio a tapar grietas. Quitó a Cancelo y puso en su lugar a Dalot en la banda. Y dejó que el omnipresen­te Bernardo Silva y el renacido Joao Félix torturaran a los suizos con sus giros, conduccion­es y pases al hueco.

La ordenada Suiza es un equipo fiable. Sensato. De los que se ciñen al guion. Pero no tiene la sal de los portuguese­s. A su fútbol le falta sabor. Quiso uno de los suyos, el veterano Shaquiri que jugó en el Liverpool y ahora juega en el Chicago Fire, ponerle pimienta al duelo con un saque de falta directo que Diogo Costa sacó con las yemas de sus guantes. Poco más. Schar y Akanji, tan seguros siempre, no conseguían acorazar la defensa helvética. Por los alrededore­s culebreaba­n Silva, Joao Félix y Bruno Fernandes. En las esquinas les daban opciones Dalot y Guerreiro. Entre todos sentenciar­on a Suiza sin llegar al ecuador de este cruce de octavos de final. A Portugal le espera Marruecos en los cuartos, el verdugo de España.

Suiza tenía claro que el Mundial le había dado la espalda, pero, ya puestos, mantuvo el mástil arriba mientras se hundía. Akanji, central del Manchester City, anotó el 4-1 en un saque de esquina. Maquilló algo la derrota. Mientras en el campo pasaba todo esto, Cristiano seguía trotando con el peto puesto. Cuando al fin saltó al césped, en el minuto 74 y sustituyen­do a Ramos, su sustituto, ya estaba todo resuelto con el 51. Pepe, eso sí, le dio el brazalete de capitán. Respeto a su leyenda. Ese gesto no le libró a Cristiano de otro guiño cruel. Marcó el que pudo ser sexto gol de su equipo. El árbitro lo anuló por fuera de juego, la situación en la que ya empieza a estar un delantero histórico que cotiza a la baja. El 6-1 no fue suyo, sino de Leao, otro joven de esta selección que aspira a todo en Qatar.

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// AFP Gonçalo Ramos anota uno de sus tres goles ante Suiza

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